El pasado verano fuimos a una cena genial, te lo contaba aquí. Tuvimos el placer de probar unas tapas espectaculares, pero fue aquella quenelle, como guinda del pastel, me conquistó por completo. Desde que probé este postre, quedé fascinada por su intenso sabor, un chocolate puro potenciado por el aceite de oliva y las escamas de sal. Después de eso, me lo he ido encontrando “casualmente” cada vez que he salido a comer fuera, o es imán o moda o un sabor que se queda para el recuerdo.
Mi sorpresa fue al descubrir que no se trataba de un postre difícil de hacer y que a los amantes del chocolate tenía que compartirles esta delicia.
La palabra quenelle es una especialidad gastronómica francesa, cuya forma cilíndrica u ovalada tiene mucha similitud con la croqueta. En el caso de hoy, nuestra croqueta es totalmente dulce y se puede servir sobre una cama de cereales crujientes, galletas o pan tostado.
Ingredientes
90 ml de nata (crema de leche) para montar (35% m.g)
90 g. de chocolate negro (70%)
Aceite de oliva virgen
Sal en escamas
Llevar la nata (crema de leche) a ebullición, echar el chocolate en trozos y batir hasta que se derrita.
Dejar enfriar en el frigorífico durante al menos 5-6 horas con un papel film engrasado pegado a la capa superior, así evitaremos que se forme una costra en la capa superior.
No formes las quenelles hasta el momento de servir para que conserven su forma intacta.
Calienta un vaso de agua. Introduce dos cucharas grandes para que se calienten. Dales forma ovalada dándoles forma con ambas cucharas.
Sirve sobre una capa de cereal crujiente o galleta desecha.
Añade unas gotas de aceite de oliva virgen y unas escamas de sal.
Rocía unas gotas de aceite de oliva y sal en escamas.
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