Ayer leyendo un artículo sobre celiacos, señalaban que cada vez existen más productos sin gluten, los amigos me dicen que bueno, con el Mercadona tengo que apañármelas bien, pues casi todo es sin gluten, algunos celiacos me comentan que se puede comer igual o mejor sin gluten (hombre más sano, seguro) y otros me dicen que todas las masas son iguales, pero cuando voy clases de ReposterÍa y me paso la mañana haciendo pan, pan con gluten y lo veo subir con esa alegría y la masa se pone tan blandita y es tan elástica y queda tan lisita y tan manejable..., qué decir: es precioso, se mete en el horno y toma un dorado precioso y tú te lo llevas a casa y piensas, "yo no lo puedo probar", !cuánto lo echo de menos!, tan esponjoso, con ese olor que nunca tiene el pan sin gluten, reservando el calor de otra forma, comportándose de la forma que yo conocía y no como una masa extraña que no sabes si ese día subirá o no, si ese día te quedará esponjoso o servirá solo para pan rallado (y eso con mucha suerte). Esto es "pa revén" (o sea, en jerga malagueña y como diría mi amiga Mary, para reventar)
Os aseguro que el sentimiento no es de queja, es de añoranza, porque sabes que si lo pruebas, si tomaras una minúscula parte de ese pan crujiente y esponjoso, lo pagas caro unos días y después necesitarías una semana para reponerte, así, que es lo que hay: one year gluten free. Mis preciosos bollitos de Heidy para los demás y yo con mi pan descolorido y poco apetecible.
Día alterno, entre la decepción del sin gluten y la alegría de conseguir panes mucho mejores sin necesidad de él.
Primer día de cocina de lo más completo: bollitos de pan con gluten, pizza con gluten, ambos con una pinta... después llegados a casa y con el horno limpio de todo lo que me pueda llevar a poner enferma, más bollitos de pan Sin Gluten, regañas Sin Gluten, grandes, pequeñas, pinchadas, sin pinchar, con sésamo, sin él, con comino, solos, picos sin Gluten y otra pizza, esta sin gluten. Necesito repertorio, pues en clase se comerá con gluten y lo tengo un poco difícil, al menos con el pan. Estoy rallada... al menos las regañas, que entretienen mucho, han salido perfectas. Creo que escribiendo el post de hoy me he comido la mitad de ellas, con lo cual más trabajo para hacer.
Ahora,, decir que la idea de hacer las regañas con Matalahúva, me la dió mi madre con sus rosquillos fritos ¿por qué no Matalahúva? Especia tan usada en los dulces tradicionales malagueños y aunque sea dulzona una regaña con un toque dulce y su sal no tiene que funcionar mal y no lo han hecho...
Y con respecto al pan hice la receta de Pan para principiantes Sin Gluten de Nuria (aunque, con todos mis respetos, no es para principiantes, a no ser que tengas una amasadora, fue todito a mano), lo bueno: mañana me aseguro un bocadillo de jamón serrano y tomate, el pan muy bueno, no seguí al pie de la letra las instrucciones, pero es muy distinto, mucho mejor y sin ingredientes que no puedo encontrar o que me sientan mal. Mi enhorabuena para Nuria y sus compis. Gracias de corazón, pan esponjoso que va a durar esponjoso, para mí hoy ha sido regalo de dioses después de ver tanto pan salir del horno.
200 gr de regañas aproximadamente
30 minutos +Reposo
Dificultad Media
REGAÑAS CON SÉSAMO Y ORÉGANO SIN GLUTEN
Ingredientes:
- 200 gr de harina de Schar Mix B
- 110 ml de agua templada
- 4 cucharadas de aceite de oliva virgen
- 3 gr de levadura fresca Levital
- Una pizca de azúcar
- 3 gr de sal (cuchara medidora)
- 5 gr de sésamo (cuchara medidora)
- 10 gr de Matalahúva (cuchara medidora)
Elaboración:
En primer lugar vamos a disolver la levadura en el agua templada y con una pizca de azúcar.
Pesaremos y mediremos los ingredientes.
En las 4 cucharadas de aceite caliente ponemos los granos de matalahúva, no podemos dejarlos mucho tiempo o se queman, pasa un poco como el sésamo, así que cuando desprenda ese olor dulce retiramos el aceite del fuego, que no se quemen los granitos, yo los aparto del aceite aún caliente y después los agregué otra vez cuando estuvieron a temperatura ambiente. Dejamos enfriar.
Tostamos levemente el sésamo. Frio, mezclamos con la harina. Cuando esté mezclada iremos añadiendo la levadura disuelta en agua, amasamos, seguramente en este punto los ingredientes no estén aún integrados.
Una vez mezclada la levadura con la harina, ponemos la sal.
Agregamos el aceite reservado y amasamos durante unos 10 minutos, si vemos que necesita más líquido agregaremos más aceite, amasando muy bien. Dejamos reposar cubierta con un trapo limpio, una hora está bien. No nos pasemos de 8-10 minutos de amasado porque esta masa siempre parece seca y siempre pide más líquido.
Una vez reposada la masa, estiramos con un rodillo y hacemos una plancha, nos ayudamos de un poco de harina pero no es necesario porque el aceite ayudará a despegar la masa de la mesada.
Cortamos según nos guste, más grandes, más pequeñas, piezas más o menos homogéneas y ponemos sobre papel sulfurizado para hornearlas y las pinchamos con un tenedor. Yo en esta ocasión las he hecho grandes para pintxos, median más o menos 8x3.5cm, aunque al final no tuvieron ese fin...
Dejamos reposar la masa en un lugar templado, por ejemplo en el horno con un recipiente con agua caliente, no es necesario que leve demasiado pero dejamos reposar unas horas, tendrán mejor sabor. Yo las pincelé con aceite de oliva virgen encima y les puse un poquito de sal.
Sacamos la bandeja del horno con las regañas.
Encendemos el horno a 200ºC durante unos 10 minutos, bajamos la temperatura a 170ºC y horneamos durante unos 20 minutos o hasta que esté bien doradas, si se quedan sin hacer después en un día y mal conservadas serán un chicle duro, así que bien doraditas.
Al final, se me alegró el día, después de tanto bipolarismo y ahora estoy aquí "liada" con ellas, en jerga malagueña, que me las estoy comiendo, vamos.