Hace mucho, mucho tiempo que quería hacer esta receta. Me encantan este tipo de dulces, pero me falta algo imprescindible para elaborarlos...tiempo.
Tiempo de levado, reposos, horneado... y si se hace se hace con tiempo y mimo.
Tiene el sabor tradicional de los bollos hechos en casa, y es ideal para acompañarlo con café o chocolate deshecho. Aunque sólo también es absolutamente divino.
La receta es de mi amiga Cristina de Kanela y limón, y ni que decir tiene que sale simplemente perfecta. Esta y todas las recetas de su libro, aunque en el blog tenéis infinidad de maravillas que no hace falta explicar ya que la gran mayoría de gente la conoce. No hacen falta presentaciones.
Os dejo con esta receta, con estas cantidades que os indico salen 2 roscas pequeñas o una mediana/ grandota.
INGREDIENTES
3 huevos
80gr azúcar
40gr mantequilla derretida y enfriada
Ralladura de 1 limón mediano
Ralladura 1/2 naranja
Zumo de 1/2 naranja mediana
12.5 gr levadura fresca
20gr anís
4gr sal
60gr leche
440gr harina de fuerza
Azúcar perlado humedecido con anís, o azúcar de todo uso
1 huevo para pincelar nuestras roscas
ELABORACION
En un recipiente añadimos los huevos, el azúcar, la mantequilla, ralladuras, anís y zumos. Mezclamos con una varilla, no batimos.
Disolvemos la levadura en la leche tibia con ayuda de un tenedor. La añadimos a la mezcla anterior.
Amasado
Si lo hacéis en amasadora de gancho colocamos primero la harina con la sal, y mientras empieza el gancho a dar vueltas iremos vertiendo la mezcla líquida. Dejaremos que la máquina haga su trabajo durante unos 20 minutos amasando todos los ingedientes.
Si lo hacéis con panificadora, al estar las aspas abajo lo haremos al revés. Pondemos el líquido abajo y los secos arriba, programando el amasado durante unos 20 minutos también.
Si no tenéis ayuda eléctrica o os gusta amasar con vuestros brazos haremos un volcán con la harina mezclada con la sal, haciendo un hueco en medio y vertiendo el líquido en el centro. Mezclaremos y amasaremos, aunque os llevará algo más de tiempo.
En todos los casos nos ha de quedar una masa elástica y suave. Ligeramente pegajosa pero que se pueda trabajar.
Cuando tenemos nuestra masa lista la pasamos a la encimera cubierta con aceite untado, de esta manera trabajaremos mucho mejor y evitaremos añadir harina y que nuestra masa nos quede seca.
Trabajamos la masa unos minutos con las manos, formamos una bola y la dejamos reposar en un recipiente untado de aceite. Tapamos con un trapo limpio.
El tiempo de levado es largo, yo lo hago por la tarde, dejo reposar un par o tres de horas a temperatura ambiente y la dejo en la nevera toda la noche.
Cuando me levanto la saco de la nevera, dejo que atempere una hora y la saco a la encimera de nuevo.
La desgasificamos trabajándola con los brazos 1/2 minuto y dividimos la masa en dos porciones.
Cada poción la partimos en dos trozos iguales y formamos dos churros largos. Los enrollamos entre sí como si fuera una liana y los juntamos por los extremos, formando una coronita.
Hacemos lo mismo con la otra porción de masa, poniendo en ambas un vasito de café untado de aceite en el centro de cada corona. De esta manera al hacer el último levado no nos quedaremos sin agujero central.
Colocamos ambas coronas en la bandeja de horno con papel sulfurizado, tapamos con un paño y dejamos en un sitio cálido hasta que vuelvan a duplicar su volumen.
Cuando estén listas para hornear, sacamos con cuidado el vaso y pintamos con huevo vatido.
Ponemos el azúcar humedecido con unas gotas de anís y horneamos en horno precalentado a 180º.
El tiempo de horneado ronda los 25 minutos, o hasta que veais que están con un color dorado uniforme.
Retiramos del horno, dejamos enfriar y ya podemos comerlas o bien cortarlas en porciones y congelarlas (opción buena, ya que al no llevar conservantes este tipo de masas son de rápido consumo).