Antes, las rosquillas se hacían con la nata (crema de leche) que se quitaba de la leche fresca...Ahora ya no hay nata (crema de leche) de esa y nos tenemos que conformar con los productos que tenemos a mano.
Un día fui a una fiesta al colegio de mis hijos y en la merienda daban unas rosquillas ¡¡riquísimas!! Me pasé todo un trimestre, quién las había hecho y cuando por fin me dijeron que había sido la catequista, no paré hasta que me dio la receta. Gracias a ella, disfruto de unas rosquillas muy parecidas a las que hacía mi madre con aquella nata (crema de leche) tan rica.
INGREDIENTES:
2 huevos
2 tacitas azúcar
1 tacita aceite de oliva
1 tacita de anís
1 tacita de leche
1 sobre de levadura
harina
aceite de girasol
ELABORACIÓN:
En un bol, batimos los huevos, el azúcar, el aceite de oliva, el anís y la leche. Le añadimos la levadura y poco a poco el harina. Esta la vamos incorporando hasta que veamos que se empieza a despegar de la pared del bol, entonces la ponemos sobre el mármol o mesa de trabajo, la vamos amasando y añadimos un poco más de harina cuando notemos que se pega a la mesa. Cuando la masa no se nos pegue a las manos, la volvemos a meter en el bol y la dejamos reposar unos 30 minutos.
Pasado el tiempo ponemos una sartén con aceite de girasol a fuego fuerte. La forma de la rosquilla la hacemos a gusto de cada uno, yo hago palitos porque es más fácil y rápido. Las vamos friendo a fuego medio, para que se hagan bien por dentro y se sacan a una fuente.
Para terminar, se mezclan dos partes de azúcar con una de harina y con ello se espolvorean las rosquillas.
CONSEJOS ÚTILES:
Lo bueno de esta masa, es que se puede congelar y hacer cuando queramos.
No te excedas con el harina, sino quedarán demasiado duras y queremos que estén esponjosas.
Guárdalas en una caja de latón o en un táper y te durarán varios días frescas.