Encontramos por todos lados un bombardeo de información nutricional de las ensaladas, sus beneficios, lo ideal que resultan para dietas, sin embargo, siempre nos limitamos a la tradicional ensalada de lechuga con tomates y nos quedamos ancladas en la rutina cuando tenemos una brillante oportunidad para crear, fantasear y hacer de estos platillos una verdadera delicia.
Pero esta vez no les daré recetas sino algunos trucos mágicos para hacer de una ensalada un manjar para su paladar.
Cuando prepares las ensaladas crudas, deja para el último minuto colocarles el aderezo, porque si no, se pondrán mustias las hojas de lechuga, y el aspecto no será tan presentable como es tu intención.
Lávate muy bien las manos, pues lo indicado es que los cortes de ciertas verduras se hagan con las manos y no con un cuchillo. Así no se oxidarán, perderán menos jugo y en el caso de las lechugas no quedarán tan amargas.
Antes de manipular las verduras, lávalas bien y ponlas a escurrir de forma que cuando la vayas a trocear no pierdan sus sales minerales y otros componentes nutricionales.
Cuando coloques ingredientes como arroz, pasta o papas, trata de balancear aderezándolas con una salsa ligera. En cambio, si utilizas alimentos ligeros, como por ejemplo tomate, cérely, cebolla, lechuga, el aderezo puede ser una salsa más espesa para que le dé consistencia a la ensalada.
Siempre puedes mezclar en una ensalada una base cruda (repollo, lechuga, escarola, tomates, zanahorias ralladas, tallitos de apio españa, ajo etc.), una proteína vegetal o animal (trocitos de queso, daditos de pollo, cuadritos de jamón, lentejas, guisantes, maíz en grano, etc.) y los complementos decorativos típicos más su aderezo. De esta forma, puedes fantasear y crear una ensalada para cada día del año.