Este es uno de mis pescados preferidos, fácil de hacer, con pocas espinas, una sabor peculiar y altamente nutritivo. A continuación explico brevemente algunas de sus propiedades y beneficios para nuestra salud.
El salmón es pescado azul que aporta entre 10 a 15 gramos de grasa por cada 100 gramos de carne, un contenido similar al de otros pescados del mismo género como la caballa, las sardinas, el jurel o el atún. Esta grasa es rica en Omega-3, que son ácidos grasos poliinsaturados que pertenecen al grupo de grasas saludables. Son las llamadas grasas insaturadas. Fueron descubiertos en 1982 por el investigador Ralph Holman, como consecuencia de un estudio sobre la dieta de los esquimales, al relacionar y comprobar que la baja incidencia de infartos y enfermedades cardiovasculares entre los esquimales estaba estrechamente relacionada con su dieta, muy rica en grasa animal marina que contiene una gran cantidad de Omega-3.
Contribuyen a disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos plasmáticos, y además aumentan la fluidez de la sangre, lo que previene la formación de coágulos o trombos. Por este motivo, se recomienda el consumo habitual de salmón a la población general, y en particular en caso de trastornos cardiovasculares. El salmón es una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico, al igual que el resto de pescados.
La riqueza en grasa del salmón hace que contenga cantidades interesantes de algunas vitaminas liposolubles como la A y la D. La A contribuye al mantenimiento, crecimiento y reparación de las mucosas, piel y otros tejidos del cuerpo. Además, favorece la resistencia frente a las infecciones, es necesaria para el desarrollo del sistema nervioso y para la visión nocturna. También interviene en el crecimiento óseo, en la producción de enzimas en el hígado y de hormonas sexuales y suprarrenales. La vitamina D regula los niveles de calcio en la sangre y favorece la absorción y fijación de este mineral en los huesos.
Es fuente de magnesio y yodo, y su contenido medio de hierro es inferior al de la mayoría de los pescados. El magnesio se relaciona con el funcionamiento de intestino, nervios y músculos. También forma parte de huesos y dientes, mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante. El yodo es indispensable para el buen funcionamiento del tiroides , así como para el crecimiento del feto y el desarrollo de su cerebro.
En su lado negativo y como todos los pescados azules tiene un alto contenido en purinas, que el organismo transforma en ácido úrico, por lo tanto se desaconseja su consumo en caso de hiperuricemia o gota. Igualmente, cabe destacar el alto contenido en sodio en productos salazones y huevas, con respecto al fresco, debido al añadido de sal como conservante, por lo que no es aconsejable su consumo en caso de hipertensión o retención de liquidos.
Actualmente es fácil encontrar en pescaderías y supermercados salmón fresco de acuicultura o salmón salvaje congelado.
Ingredientes:
250gr. Lomo Salmón.
Aceite de Oliva Virgen Extra.
Sal Gorda.
1.- En primer lugar vamos a pasamos la yema de los dedos para detectar las espinas y las vamos extrayendo con los dedos o una pinzas si nos resulta complicado.
2.- Luego filetamos en dos la parte mas gruesa del lomo.
3.- Ponemos un poco de aceite en una sartén, salamos colocamos el salmón dejando la parte de la piel hacia arriba. La cara de la piel siempre la hacemos la última con objeto de que no coja sabor.
4.- Cuando esté dorado lo sacamos y con cuidado podemos despegar la piel perfectamente.
5.- Emplatamos y rociamos con el propio aceite que ha soltado el salmón.
6.- Listo para comer.