El salmón marinado es un plato que se asocia a celebraciones por su alto precio. Con esta forma de conservarlo, adquiere un sabor intenso y muy rico. Marinar un pescado, al contrario de lo que podamos pensar, es un proceso muy sencillo y que además se puede hacer en casa con un resultado excelente. Si además lo compramos cuando lo tenemos en oferta, lo podemos conservar muchos meses en el congelador.
Todos los años por esta época lo suelo hacer porque se ha convertido en un clásico de las Navidades en casa.
Ingredientes:
1 salmón entero limpio sin espina en dos lomos (éste pesa 2,800 Kg sin limpiar)
2 Kg de sal gorda
1 Kg de azúcar
eneldo (lo venden en el especiero de casi todos los supermercados)
1/2 cucharadita de café de sal ahumada (opcional)
Para empezar, aunque en la pescadería nos limpian muy bien el pescado, hay que retirar todas las espinas (unas pinzas resultan de gran utilidad) y limpiar bien los restos de escamas, recortar los bordes de los lomos y dejarlo perfectamente limpio.
A continuación preparamos el marinado mezclando la sal, el azúcar y sal ahumada (opcional). Se suele poner un kilo de mezcla (2 partes de sal y 1 de azúcar) por kilo de pescado que vamos a marinar.
En una bandeja hay que poner una capa de 1 cm de grosor aproximadamente de esta mezcla y alisarla bien. Luego ponemos el salmón encima con la piel hacia abajo y cubrimos toda la superficie del salmón con eneldo. Después acabamos de cubrir con la mezcla restante de sal y azúcar y lo guardamos en la nevera tapado con un film de cocina. Yo lo suelo dejar en la terraza dentro de una bolsa de plástico porque en Diciembre mi terraza es una nevera.
DÍA 1. Recién acabado de preparar la sal está completamente seca.
DÍA 2. Pasadas 24 horas la sal está, en parte, mojada y se empieza a ver líquido en la bandeja. Nuestro marinado está en marcha.
DÍA 3. Pasadas 48 horas ya se ve una buena cantidad de líquido y nuestro salmón ya está marinado. El salmón ha perdido mucha agua y hay unas partes mucho más secas que otras.
Ahora hay que aclarar bien el pescado bajo el grifo de agua fría y secarlo bien con un paño de cocina. Envolvemos cada lomo en papel de aluminio y lo guardamos 1 día en la nevera. Al día siguiente, la humedad está bien repartida y ya se puede congelar. Aunque está listo para consumir, se recomienda congelarlo porque puede tener anisakis y no haberlo visto y así nos aseguramos de que no haya ningún problema al comer este pescado crudo.
Para cortarlo, dejamos que se descongele un poco y lo laminamos con un cuchillo de cortar jamón para poder hacer lonchas bien finas. Una vez cortado, doblamos la piel hacia arriba y así lo protegemos de la pérdida de humedad. Lo podemos servir acompañado de tostadas y con queso de untar.
A este salmón le podéis dar el mismo uso que le dais al salmón ahumado, con la diferencia que el coste de éste es muchísimo más bajo.