Parece que poco a poco van bajando las temperaturas, que es lo normal también para esta época, y ya va apeteciendo encender el horno (aunque yo practicamente lo enciendo durante todo el año). Esta tarta se hace en un rato, y si la preparamos por la mañana para primera hora de la tarde la tendréis lista para tomar, aunque gana de un día para otro. Es una versión de la receta que usé el año pasado para hacer la tarta de boniatos y leche condensada, pero, en esta ocasión he cambiado el boniato por calabaza, otro ingrediente otoñal. Y el resultado ha sido igual de bueno.
INGREDIENTES:
1, 5 kg. de calabaza sin pelar
370 gr. de leche condensada
3 huevos
4 cucharadas de harina
1 cucharadita de esencia de vainilla
1 cucharada de ron
125 gr. de mantequilla
Para decorar:
Merengue o nata montada (crema de leche)
PREPARACIÓN:
Pelamos, quitamos las semillas y cortamos la calabaza en trozos pequeños. Llevamos al microondas a máxima potencia durante unos diez minutos o hasta que los trozos estén blandos. También podéis asarla en el horno. Dejamos enfriar. Trituramos y dejamos escurrir sobre un colador, para que suelte el exceso de agua.
Batimos los huevos junto con el azúcar y la mantequilla. Añadimos la leche condensada, el ron y la esencia de vainilla y seguimos batiendo, añadimos después las cuatro cucharadas de harina, y por último el puré de calabaza.
Engrasamos un molde desmontable, el mío de 15 cm. de diámetro y vertemos la mezcla. Introducimos en el horno precalentado a 175º y horneamos de 50 minutos a una hora o hasta que al pinchar con una brocheta ésta salga limpia.
Sacamos y dejamos enfriar totalmente, y luego llevamos al frigorífico durante unas horas.
Desmoldamos y podemos decorar con merengue, como he hecho yo, o con nata montada (crema de leche). La receta del merengue infalible la tengo publicada en el blog. Os dejo el enlace a la misma para que podáis hacerlo.
Resulta una tarta riquísima, y con un bonito color anaranjado. Es ideal para hacerla en este fin de semana ligeramente otoñal que tenemos.