Las mejores torrijas del mundo son las que hace mi amiga Mari Ángeles. Están más buenas que las de La Canasta, que es una pastelería muy famosa en Málaga. Todos los años por estas fechas, ella prepara torrijas y me trae a casa un plato. No sé porque me gustan tanto las torrijas de Mari Ángeles. será por el cariño que le tengo, porque me las trae calentitas o porque me trae un plato que no se lo salta un gitano.
Esto se ha convertido en una tradición, y es tal el deseo de comerlas que nada más traerlas, sea la hora que sea, que me zampo el plato yo sola, aunque últimamente también me ayuda mi hijo pequeño. Esta ansiedad, se traduce después, en lo que ella y yo hemos denominado "el torrijazo", o sea, unas cuantas visitas al baño.
El caso, es que llegando el Viernes de Dolores, yo ya empiezo a salivar pensando en sus torrijas, y mira por donde, este año, la pobre mujer se ha roto un brazo. ¿Que voy a hacer yo ahora sin sus torrijas? Mi gozo en un pozo. Obviamente siento por ella, la fatalidad de romperse un brazo, pero... ¿no se lo podía romper en agosto?
Bromas aparte, ya me ha prometido preparar las torrijas más adelante ( nunca es tarde si la torrija es buena), pero yo tenía que quitarme este antojo que se estaba convirtiendo en una obsesión, así que con su receta he preparado mis primera torrijas, y aunque no son como las de ella, me han quitado el deseo... por ahora.
INGREDIENTES:
1 barra de pan del día anterior.
2 huevos.
½ litro de leche desnatada.
100 gr de azúcar (25 para la leche y 75 para espolvorear)
Aceite de oliva para freír
Canela en rama, canela en polvo y cáscara de limón.
PREPARACIÓN:
Cortamos el pan en rebanadas de un centímetro más o menos.
En un cazo ponemos la leche, con 25 de los 100 gr de azúcar. Añadimos la cáscara de limón y el palo de canela y calentamos.
Cuando esté caliente, dejamos que temple un poco y colándolo lo vertemos sobre las rebanadas de pan.
Damos vuelta para que se empapen bien.
Mientras batimos los huevos y ponemos el aceite a calentar.
Cuando veamos que las rebanadas están bien empapadas, las sacamos con cuidado y las pasamos por el huevo batido.
Las freímos en aceite caliente hasta que las veamos doradas.
Dejamos que escurran un poco el aceite sobre papel de cocina y las pasamos por una mezcla de azúcar y canela en polvo que tendremos preparada.
Cortamos el pan del día anterior (el mío tenía dos días).
Ponemos en un cazo la leche, con el azúcar, el palo de canela, cáscara de limón (sin lo blanco) y un pellizquito de canela.
Cuando la leche esté caliente dejamos templar un poco y la vertemos sobre las rebanadas de pan. Damos la vuelta para que se mojen bien.
Con cuidado, porque estarán muy tiernas, las pasamos por el huevo batido.
Las freímos en abundante aceite caliente y dejamos que se hagan hasta que las veamos doradas.
Dejamos que escurran un poquito sobre papel de cocina.
Y las pasamos por la mezcla de azúcar y canela.
Aquí están mis primeras torrijas.
No me han quedado muy mal, aunque las de mi amiga están mejor.
Por dentro están jugositas y tiernas.
Y estas son un intento de hacerlas más light, en lugar de freírlas las hice al horno. Son comestibles pero me quedo con las fritas.
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