El pasado jueves, por primera vez desde que abrí el blog, tuve que faltar a mi cita semanal porque la vida no me da.
Hay a quien esta alerta sanitaria le ha dado tiempo de sobra, para aburrir y aburrirse, horas que es incapaz de rellenar más que con vacío y discurrir de minutos que van alargándose uno tras otro...
No es mi caso.
Y lo envidio.
A veces estaría bien no saber en qué ocupar el tiempo. No recuerdo qué se siente cuando uno no tiene nada que hacer, cuando dice que está aburrido y en casa atrona un silencio ensordecedor.
Mis días están a rebosar de tareas (laborales, domésticas, maternales y veraniegas)
Y a todo esto le sumamos que el pasado sábado se celebró la comunión de nuestra sobrina mayor (hija de un hermano de mi marido) así que el tiempo fue más excaso si ello es posible.
Tampoco estoy preparando postres desde principios de mes. Se ha vuelto a apoderar de mí la pereza reposteril de todos los veranos y aunque tengo muchas ideas en mente lo cierto es que tengo poco tiempo para ponerme a preparar nada y menos aún para hacer las fotos, así que hoy reaparezco para finalizar esta temporada del blog y despedirme hasta septiembre.
En realidad mi idea era publicar todo el mes de julio, pero me falta tiempo y fuerzas, así que prefiero tomarme un descanso más largo e ir trabajando para volver en septiembre con energías renovadas.
Me despido con una receta de siempre que no me canso de versionar. Además desde que la hago con robot de cocina me resulta de lo más práctico porque es sólo poner los ingredientes, programar y a otra cosa.
Cuando era pequeña no me gustaba el arroz con leche. En realidad yo siempre he tenido muchos problemas con la leche. Me costaba un montón porque me sabía y me olía a vaca.
La leche huele y sabe a leche. Pero a mí siempre me ha costado y me sigue costando su olor y su sabor.
Me basta con una puntita de cacao en polvo, lo justo para matar el sabor y el olor, y ya no tengo problema en tomarla.
Pero el arroz con leche era superior a mí y realmente no me interesó hasta que empecé con mi actividad bloguera.
Dicen que del amor al odio hay un paso. Y viceversa en mi caso, porque ahora me encanta.
La versión de hoy surge de aprovechar un litro de bebida vegetal de nuez que me tocó en un sorteo y estaba un poco aburrida en el armario de la cocina y chocolate blanco que derretí en el microondas para bañar piruletas de Oreo que preparé para el cumpleaños de las niñas y que salió un churro.
Soy la persona más torpe del mundo para hacer cosas en el microondas. Lo fui derritiendo a golpes de cinco segundos. Y batiendo en cada golpe. Pues acabó siendo un fiasco, con grumos y partes quemadas...
Guardé el bol bien tapado en el frigorífico y una semana después se me ocurrió este invento.
El resultado quedó espectacular y esos vasitos que véis, bien fresquitos, duraron un suspiro.
Lo bueno que tiene el arroz con leche es que admite cualquier bebida para prepararlo y siempre queda bien, o al menos yo no he encontrado una versión que no me guste.
Y su preparación tampoco es complicada si no se dispone de robot, sólo hay que estar pendiente del fuego y remover con frecuencia para que no se pegue. No hay más misterio.
No me extiendo más. Aprovecho para desearos muy feliz verano. Las circunstancias son complicadas. No se puede bajar la guardia, a la vista está que no podemos relajarnos y que de nosotros depende salir o no indemnes de esta pandemia.
Todos tenemos muchas ganas de regresar a nuestra vida anterior y hacer como ni nada hubiera pasado. Pero no es cierto. Ha pasado y está pasando. Y nuestras vidas no van a ser las mismas. Quizá en un futuro recuperemos parte de la normalidad anterior. Quizá.
Mientras tanto nos toca ser responsables. Pero a la vista de las noticias y los rebrotes no tengo claro que todo el mundo comprenda la situación que nos ha tocado vivir.
Ojalá en septiembre regresemos con un panorama más prometedor.
Para la espera os deseo un verano tranquilo y feliz y espero encontraros a todos a la vuelta.
¿Alguien se apunta a un vasito para despedirnos?
Ingredientes:
* Un litro y medio de bebida vegetal de nuez
* 250 gramos de arroz redondo
* 150 gramos de chocolate blanco
* 8 ml de edulcorante líquido (o cien gramos de azúcar)
Elaboración:
1. Ponemos la pala removedora (mariposa) y añadimos la bebida vegetal y el arroz en la jarra de la Monsieur Cuisine (o en la Thermomix). Programamos 45 minutos, 90º velocidad 1 marcha atrás
2. Cuando termine añadimos el chocolate blanco (rayado, troceado o derretido, a nuestro gusto) y el edulcorante líquido y programamos 10 minutos, velocidad 1 90º
3. Una vez acabe vertemos en los boles en los que vamos a servir, tapamos para que no haga costra y una vez fríos guardamos en el frigorífico.
Antes de servir podemos espolvorear con canela en polvo.
Como os he prometido es un postre sencillo de hacer, fresquito, ideal para las sobremesas veraniegas.
Si os animáis a prepararlo me encantará saber vuestra opinión.
Va para el reto 1+/-100, desperdicio 0 de mi amiga Marisa en el que no me canso de invitaros a participar y del que no me canso de formar parte
Antes de despedirme os cuento que las niñas están bien. Muy grandes, muy revoltosas, con muchas ganas de jugar... lo que corresponde a su edad. Alguno las habéis visto en mis estados del WhatsApp hace poco. Creo que dais fe.
Feliz verano. Nos leemos en septiembre.
Manos a la masa y ¡bon appétit!