¡Este mes viajamos a Vanatu con Cocinas del mundo! Y si te estás preguntando dónde queda eso, no te preocupes, no estás solo/a. Pues nos vamos a una isla de Oceanía, que es la República de Vanatu.
Para este viaje, yo me he ido a por un dulce. Lo compartí con amigos y vecinos y les gustó mucho el sabor y la textura húmeda y blanda de este bizcocho. Pero a quienes más le gustó fue a mi vikingo y mi mini-vikingo. Y, por eso, y pese a que los cocos son escasos, diminutos y caros aquí en Dinamarca, la he vuelto a hacer y ha vuelto a desaparecer sin dejar migas. Eso sí, el truco de este bizcocho está precisamente en usar coco fresco. Así se consigue la textura húmeda y el sabor tan auténtico, fresco y natural.
La página donde se publicó originalmente esta receta ya no está disponible, pero, por suerte, sigue en internet gracias a un par de blogs, como este. Yo hice la mitad y aquí pongo las cantidades convertidas a medidas métricas.
190 g de coco fresco rallado (te explico cómo)
113 g de mantequilla sin sal (yo uso con sal porque aquí es prácticamente imposible encontrar otra) ablandada a temperatura ambiente, ¡no derretida!
225 g de azúcar glas
120 g de harina de trigo común
4 huevos
1,5 cucharaditas de levadura en polvo
1/2 cucharadita de sal
La preparación:
* Si, como yo, te sueles olvidar de sacar la mantequilla del frigo antes de tiempo para que se ablande, te digo cómo ablandarla rápido sin fundirla: Corta la mantequilla en cuadrados pequeños. Calienta un vaso con agua dentro en el microondas (o vierte agua hirviendo en un vaso). Vacía el vaso y colócalo boca abajo sobre los dados de mantequilla, como una cúpula. Déjalos tapados durante 10 minutos y estarán listos para cocinar.
* El otro elemento que debemos preparar antes es el coco: Abrimos el coco (yo intento usar un martillo o algo para hacer un agujero antes y sacar el líquido, porque me encanta el agua de coco y, si lo casco contra el suelo del patio, se pierde el agua). El agua de coco, además de estar rica, sirve para que no se sequela pulpa del coco que no nos comamos inmediatamente.
Una vez abierto, vamos sacando la pulpa del coco separándola de las paredes con un cuchillo. A continuación se puede rallar con un rallador, como si fuera queso o una zanahoria. Pero yo utilicé una picadora eléctrica. Fui pulsando poco a poco, para romper los trozos sin que se me hiciera puré. También añadí una cucharadita del agua de coco. Cuando tuve una textura de virutas toscas de coco rallado, lo saqué. Reservamos.
1. Batimos bien el azúcar y la mantequilla a mano o con varillas eléctricas hasta que la mezcla quede cremosa.
2. Añadimos entonces los huevos uno a uno y mezclamos bien.
3. Vamos incorporando la harina, levadura en polvo, sal y coco rallado. Mezclamos bien.
4. Engrasamos con mantequilla un molde. La receta original dice engrasar y recubrir con papel de hornear. Vertemos la mezcla en el recipiente.
* Yo solo engrasé y me fue bien. Lo hice en un recipiente redondo de cristal apto para horno y no saqué el pastel del recipiente, fui cortando los trozos en el mismo recipiente y salían sin problema. Sí quieres desembolsar, utiliza un molde de silicona o cubre tu molde con papel de hornear.
5. Horneamos durante 60-90 minutos en el horno precalentado a 150°C. Tiene que quedar morenito por arriba.
Y ya solo queda esperar a que se enfríe completamente. Así sabrá mucho mejor y guardará su forma y será mucho más fácil de cortar y sacar.
¡Buen provecho!
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Bergua*