¡Ozú! ¡Qué caló! Madre mía, es una cosa, de verdad, un no parar de sudar...
Por eso el otro día para el cumple de mi marido se me ocurrió hacer este bizochito tan cuqui con forma de sandía. La receta es muy sencilla, es un bizcocho normal, por ejemplo como éste, pero con menos huevos (y menos cantidad de ingredientes, claro). La gracia está en que cuando estemos preparando el bizcocho añadamos colorante de color rojo y unas chispas de chocolate enharinadas para que no se nos queden en el fondo.
Para la buttercream, pues lo mismo, aquí tenéis una receta, pero con la salvedad de añadirle el colorante verde, o como fue en mi caso, azul y amarillo. Jeje, ya veréis, ya, lo que me pasó...
Pues yo estaba tan feliz batiendo mi buttercream y experimentando con los colores, que tuve ciertos problemas de daltonismo y cuando había cubierto mi bizcochito y se lo enseñé toda orgullosa a mis hij@s, me dijeron que eso no parecía una sandía, que era azul, no verde...imaginaros mi cara de decepción...
¿Alguien ha visto una sandía azul turquesa?
Pues es verdad, esto verde, lo que se dice verde, no es...
Así, que como por suerte me había sobrado mucha buttercream, le añadí más azul y amarillo hasta conseguir el verde deseado.
Por último, inserté unas chispas más de chocolate y ¡listo!
Pues esta es mi primera sandía, por cierto, luego la lengua se os queda toda verde, es muy divertido, sobre todo si tenéis luego una primera cita, jaja...