Bueno, aquí estamos con otra de esas recetas que hay tantas como, abuelas, madres y bares. Principal problema, el maldito Anisakis. NO se pueden comer sin congelar previamente. Que si, que el boquerón pierde mucho al congelarse, y tal y tal. Bien vamos a intentar aprender a hacer las cosas bien para evitar la infección y para evitar la pérdida de calidad en el producto por el congelado.
½ Kg de boquerones. Cuanto más gordos y enteros, mejor.
4 dientes de ajo muy picaditos
Perejil picado
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Agua y vinagre, en proporción 1:4, o sea, un 20% de agua y un 80€ de vinagre.
Lo más importante de este plato es la delicadeza y el rigor en la manipulación. Cogemos nuestros boquerones, los sacamos de la bolsa donde los traíamos y los colocamos ordenados y con delicadeza en una bolsa limpia o en un recipiente y tapados con film transparente. Muy importante, evitar el que quede aire en el cierre para que no se nos quemen con el frío los boquerones. Congelar entre 24-48 horas.
Pasado este tiempo los colocamos en el frigorífico, para que se descongelen lentamente. De esta manera evitaremos que se rompan fibras de los músculos y pierdan textura. Una vez descongelados lentamente, eliminamos las cabezas, los evisceramos y con el dedo, separamos la carne de la espina central.
Los vamos a enjuagar en agua, hasta eliminar los restos de sangre y quitaremos las tripillas que nos puedan haber quedado a limpiarlos. Secamos con papel de cocina y colocamos en un recipiente, ordenaditos y con cariño. Salaremos al gusto y cubriremos con la mezcla de agua y vinagre blanco. Hay a quien les gusta dejarlos 6 horas, aunque yo prefiero dejarlos 3 ó 4 a lo sumo. Me gusta más esa textura de la carne.
Pasado este tiempo, los escurrimos y enjuagamos suavemente en agua, si lo vemos necesario. Secamos nuevamente con papel de cocina y los extendemos en un recipiente definitivo. Ponemos capas de boquerones y alternando ajo y perejil. Cubrimos con un buen aceite de oliva y dejamos reposar un par de horas, al menos, si tu paciencia te lo permite.
Ya solo queda, una buena manzanilla de Sanlúcar o una cervecita, buena compañía, o soledad, si eso preferimos. Un pan crujiente y ligero y poco más. Así que nada. Besos a todas, a todos, a…., en fin, muchos besos, siempre.