Nueva receta de brochetas que aterriza en el blog. Esta vez con un toque árabe-moruno que está de volverse loco de bueno. Esta receta tiene dos cosas fundamentales: una, que el pollo queda jugosísimo por dentro gracias al macerado de la carne con los condimentos. Y dos, su sabor, que nos traslada directamente a tierras morunas, con ricos olores a especias y a Las mil y una noches... bueno, no sé si a tanto pero doy fe de que están para chuparse los dedos.
El secreto de este sabor se llama Rash el Hanout, y aunque más adelante os hablaré de ello, os cuento que es una mezcla de especias muy típica de la cocina marroquí, y que podemos encontrarlo fácilmente en tarros preparados en casi cualquier hipermercado o gran superficie.
Merece la pena hacerse con uno porque va a alegrarnos más de una receta.
Os animo a que las probéis, las tenemos hechas en un periquete y son un gran recurso para muchas ocasiones, cenas de dieta, reuniones informales, días de barbacoa... Las podemos acompañar de cuscús, arroz o de una fresca ensalada.
Ingredientes (para 2 personas, unas 4 brochetas)
1 Pechuga de pollo entera
Zumo de medio limón grande
1 cucharada (o más) de Ras el Hanout
Sal
Un chorrito de aceite de oliva
4 Champiñones
1 Pimiento verde
1 Cebolleta
Palitos para brochetas
Elaboración
Si vamos a utilizar palitos de madera para las brochetas, lo primero que tenemos que hacer es meterlos en un bol con agua fría durante al menos 10 minutos antes de hacerlas para que no se nos quemen. (Es un paso importante!)
Cortamos la pechuga en dados de unos 3 cm de grosor (o le pedimos al carnicero que nos la trocee), ponemos los dados de pollo en un bol y le añadimos el zumo de medio limón, un chorrito de aceite de oliva y una cucharada de Ras el hanout. Mezclamos para que quede el pollo bien impregnado, tapamos con un papel film y lo dejamos macerar. Si podemos dejarlo de un día para otro mejor, porque cogerá mucho sabor, si no, con 1 o 2 horas bastará.
Preparamos las brochetas insertando la carne y las verduras en ella, salamos un poco y las hacemos en la plancha, en una sartén o a la barbacoa. Mientras se hacen, podemos ir pincelándolas con el jugo que haya sobrado del adobo.