Hay veces que cuando te entra el ansia de comer algo determinado intentas engañar a tu estómago con otras cosas para ver si la gula va pasando. Que conste que hoy, hasta con chocolate, pero no hubo forma. Al final ya eran las 6 de la tarde cuando me puse a hacerlos y para colmo me di cuenta que me faltaba uno de sus ingredientesssssss; la ,mantequilla. ¿Os lo podéis creer? , con las ganas locas que tenía de comerme unos buñuelos y no tenía en la nevera. De repente vi unos paquetes de nata (crema de leche), bufff estoy salvada pensé, la montó hasta pasarla de revoluciones y ya tengo mi mantequilla, pero justo en ese momento ,cuando ya tenía las tijeras en la mano para abrir el paquete pensé: los buñuelos es una receta tradicional de hace muuuuuuchos años y aquí en los pueblos (sobre todo de montaña) mucha mantequilla precisamente no habría , entonces me dí cuenta que lo que se usaba mucho en reposteria y en la cocina en general era la manteca de cerdo, así que decidí hacerlos solo con manteca. ¿qué podía perder si siempre esta Kira dispuesta a zamparse todos los desastres culinarios?, así que dicho y hecho, sustituí la mantequilla por manteca (un poco menos de cantidad) y ya puestos a cambiar le añadí anís. El resultado: los mejores buñuelos que hemos comido hasta la fecha, y eso que yo no soy demasiado amante del anís.
NECESITAMOS LOS SIGUIENTES INGREDIENTES:
250 gr de harina.
450 gr de agua.
40 gr de manteca de cerdo.
Una cucharilla (de las de café rasa) de sal
Dos cucharadas de azúcar
Dos cucharadas de anís.
Una cucharilla de anís en grano
La piel de un limón (solo la parte amarilla)
5 huevos.
PARA FREIR:
Aceite de girasol
PARA REBOZAR:
Azúcar mezclada con anís molido (éste se puede suprimir)
ASÍ DE FÁCIL ES SU PREPARACIÓN: En una olla ponemos el agua, la sal, el azúcar, la manteca y la cucharada de anís en grano y la piel de limón y ponemos al fuego hasta que hierva, tapamos y dejamos que enfríe para que infusione y coja los sabores.
Mientras tamizamos la harina y reservamos.
Colamos la infusión y la volvemos a poner al fuego junto con las cucharadas de anís.
Cuando comience a hervir añadimos la harina de golpe (como si fuera para hacer churros) y removemos con una cuchara de madera , fuera del fuego hasta que tengamos una masa compacta.
Dejamos templar.
Cuando esté tibia le añadimos los huevos uno a uno, no podemos añadir el siguiente hasta que que está bien integrado el anterior. Al principio parece que el no se a unir la masa, pero poco a poco quedará una masa lisa. A mí con 5 huevos me han sido suficientes. Tiene que quedar una masa que al levantarla con la cuchara se forme un pico.
Ponemos aceite de girasol en una sarten honda o similar y cuando esté caliente (sin que humee) formamos bolitas con dos cucharas de postre y las vamos añadiendo a la sartén.
Al principio la masa se va al fondo, pero poco a poco irá subiendo.
No echaremos demasiados, ya que aunque lleven levadura crecen mucho al freir.
Los iremos sacando sobre una rejilla o un plato con un papel de cocina para que eliminen el aceite sobrante y pasamos por azúcar y vamos colocando en una bandeja.
Para que hinchen bien tenemos que controlar la temperatura del aceite. Lo que hago es cuando los echo en la sartén pongo fuego medio para que se vayan haciendo bien por dentro, ellos solos se van dando la vuelta. Cuando me parece que se van haciendo por dentro subo el fuego para que se doren bien y antes de meter la siguiente tanda separo la sartén un poco del fuego para que baje un poco la temperatura del aceite, ya qeu si los metemos con el aceite muy caliente se pasan demasiado por fuera y nos quedan crudos.
No puedo daros temperaturas exactas, ya que no tengo termómetro, pero si vais controlando un poco no vaís a tener ningún tipo de problema.
Por dentro quedan huecos, perfectos para rellenar, aunque a nosotr@s así nos encantan y que sepáis que como empecéis a comerlos no vais a poder parar.
Espero que os gusten y que paséis unas buenas fiestas.