Aunque los adultos estemos en época de desintoxicación, temporada de buenos y nuevos propósitos y puesta en marcha de dietas, yo tengo en casa a dos adolescentes devoradores que siempre tienen un hambre canina.
Además, la vuelta a la rutina y la normalidad exigen preparar platos que puedan cocinarse previamente y al llegar a casa, a la hora que sea, comer sin complicación.
Este bizcocho salado es una delicia y se puede degustar templado o frío. ¿Quién dijo que no había bizcochos salados?
Para 12 raciones:
3 huevos
180 g de harina
1 yogur griego o natural
50 mL de leche
3 cucharadas de vino blanco
1 cebolleta pequeña
1 sobre de levadura química
6 lonchas de jamón serrano
8 lonchas de queso Gouda o queso de sandwich
pimienta
Se precalienta el horno a 180º C con calor arriba y abajo.
Se pica la cebolla menuda y se reserva. Se baten los huevos en un bol junto al yogur, la leche y el vino blanco (con varillas manuales o eléctricas)
Se incorpora la harina y la levadura y la cebolleta picada y se remueve bien la mezcla. Se añade pimienta (No hace falta añadir sal, pues el jamón y el queso ya la aportan).
Se engrasa un molde rectangular con aceite y se espolvorea un poco de harina. Se cubre el fondo con lonchas de jamón, se coloca encima el queso y se vierte un tercio de la preparación da la masa.
Se cubre con más jamón, otra capa de queso y más masa. Se hace una tercera capa de jamón y queso y se cubre con el resto de la masa de bizcocho.
Se introduce en el horno caliente y se hornea durante 1 hora, aproximadamente. Si hace falta y se tuesta mucho la superficie, se puede introducir un papel de aluminio para que no se queme.
Se desmolda y se deja enfriar sobre una rejilla.