CALAMARES RELLENOS CON JAMON SERRANO EN SALSA Y CHICHAROS (GUISANTES)
Atención a la voz mía
Viejos, mozas y muchachos,
Que aquí llevo en los cenachos
Cuanto el mar andaluz cría.
Ningún mar que alumbra el día
Lo que el de Málaga encierra,
Pues en él viven en guerra
Peces de tantos sabores,
Cual brotan clases de flores
En el seno de la tierra.
Llevo, acabados de echar,
Boquerones vitorianos,
Cual duendecillos enanos
Que viven dentro del mar.
(Salvador Rueda)
Cada dia nuestros pasos nos llevan a la mar, hasta la misma orilla, paseamos por el rebalaje cogidos de la mano, aspiramos profundamente la brisa, llenando nuestros pulmones del salitre, de su olor que nos trae la bruma de la espuma cuando rompen las olas y miramos al horizonte, mientras el sol nos acaricia suavemente y calienta la fría mañana de invierno.
Un ligeroviento de poniente levanta pequeñas olas, ?pañuelitos? blancos en el horizonte que mecen las pequeñas ?bacas?, esos barquitos pesqueros que salieron de ?madrugá? de Fuengirola, arrrastrando sus redes en los fondos, faenando y capturando merluzas, ? bacalaillas?, ?pijotitas?, lenguados, gambas, pulpos, rapes, ?caramales? y todo animal marino que encuentren a su paso; lentamente, van navegando rumbo a su puerto.
Se cruzan con los marisqueros, que faenan con el rastro cerca de la costa, almejas, conchas finas, búsanos y coquinas llenan sus canastos.
En la mar, a lo lejos vemos las boyas de los trasmallos, en ellos quedaron atrapados los besugos, herreras y lubinas.
Mientras cae la noche y rola el viento a levante, la mar en calma y llega la negrura de un cielo sin luna, no hay estrellas pero a lo lejos, en el canto, las ?traíñas? nos parecen pequeños y potentes soles a los que acuden como imanes las sardinas, los jureles, las caballas y los boquerones.
El mar me atrae, me llama y me hipnotiza; sigo yendo casi cada dia a la orillita de la mar, aspiro el aire, cierro mis ojos y fluyen en mi recuerdo, en mi memoria, los marengos malagueños, aún están aquellas imágenes casi difuminadas por el tiempo, aquellas jábegas varadas a lo largo de la playa, en la arena; sobre los chinorros del rebalaje veo el copo y los boliches que los jabegotes sacaban de la mar a golpe de brazos y hombros; veo a mi abuelo sentado en la arena remendando serenamente las redes y a mi padre espetando sardinas en la misma orilla.
Me llega el olor a madera de olivo y encina quemada, a sardinas ?asás?, abro mis ojos y aunque aquella estampa de mi niñez no está en mi retina, palpita con añoranza en mi corazón.
Y ahí está la mar, la arena, las olas, los barcos, la grandeza del horizonte malagueño y mi marido de la mano.
Y de nuestro mar, de las redes marineras a nuestros mercados malagueños y concretamente del de Huelin a ?Mi cocina, unos estupendos ?caramales? como decimos los malagueños que preparé de la siguiente forma, siguiendo los pasos que me inculcaron mis mayores:
Fuente: este post proviene de Blog de Mi Cocina Carmen Rosa, donde puedes consultar el contenido original.