+TheHitchcook
www.facebook.com/thehitchcook
INGREDIENTES (2 personas)
1 kg de calamares limpios
Sal, pimienta y aceite de oliva
Para el relleno:
Las aletas y los tentáculos de los calamares
200 grs de langostinos cocidos
2 huevos duros
1 vasito de vino blanco1 cebolla
2 tomates maduros
2 dientes de ajo
Para la salsa de tomate:
1 bote de tomate triturado
Cebolla en polvo
Orégano y perejil
Duración: 40 minutos
Como nuestro pescadero es un ser amable y profesional, habrá aceptado nuestra petición de limpiarnos bien los calamares, separándonos las aletas y los tentáculos. No está de más darles un buen lavado en casa y secarlos bien mientras preparamos el relleno.
Empezamos con el sofrito. Para ello picamos una cebolla, unos dientes de ajo y los tomates y los sofreímos en una sartén con un par de cucharadas de aceite. Añadimos un poco de sal para que las verduras suden y se hagan antes. Dejamos que se vayan pochando lentamente unos 10 minutos.
Echamos el vino blanco y dejamos que evapore el alcohol. Incorporamos las aletas y los tentáculos picados al sofrito. Removemos y sofreímos unos minutos más.
Por último troceamos un huevo cocido (10 minutos desde el primer hervor) y lo añadimos. Mezclamos todo y reservamos. Rellenar los calamares. Una vez limpios y secos, los salpimentamos. Yo le hice unos cortes con el cuchillo para hacer una forma de rejilla. Hay que hacerlo con cuidado para no atravesar la piel, ya que luego se nos puede salir el relleno. Con ayuda de una cuchara vamos rellenando los calamares con cuidado hasta el tope. Lo cerramos bien con un palillo.
En una sartén con una pizca de aceite los vamos haciendo a la plancha hasta que queden bien dorados por todas las caras. Sacamos y reservamos.
Momento de la salsa. En otra sartén incorporamos el bote de tomate triturado y espolvoreamos cebolla en polvo, orégano y perejil picado. Calentamos y colocamos encima los calamares. Dejamos que todo el conjunto se vaya cocinando a fuego moderado durante 10 minutos.
Y esto ya está listo. Sólo nos queda emplatar. Partimos por la mitad los calamares (para que así se pueda ver el relleno) y los disponemos en un plato. Echamos por encima unas cucharadas de la salsa de tomate, decoramos con el otro huevo cocido cortado en láminas y espolvoreamos perejil picado.
Como acompañamiento hice unas brochetas sencillísimas con los langostinos sobrantes y unos tomates cherry. Basta con hacerlos a la plancha durante unos minutos por cada lado con una gota de aceite. Las salamos ligeramente y prueba más que superada. ¡Que aproveche!
Película ideal para degustar este plato
"THE MALTESE FALCON"
("El halcón maltés" de John Huston - 1941)
Me encanta esto de comparar recetas con películas que, a simple vistazo, poco o nada tienen en común. Sin embargo, ahí reside el reto. Ahí se halla el espíritu de este blog. Es la primera vez que me lanzo con esta receta y durante el proceso (siempre magnífico por aquello de aprender en cada paso) me iba sobreviniendo una idea: los calamares como objeto de deseo. Su forma, su macizo recubrimiento y el misterio que albergan en su interior, me hizo verlos como una figura, una estatua. Y en ese punto explotó en mi caótica memoria "El halcón maltés".
Mi debut en esta receta coincide con el primer paso tras la cámara del maestro John Huston ("Moby Dick", "El tesoro de Sierra Madre", "El hombre que pudo reinar", "La jungla de asfalto"...) Con la maravillosa pluma de Dashiel Hammet en el guión, teje un enrevesado caso criminal que pone en guardia a un detective irónico y sagaz (un Bogart creando escuela en interpretación y presencia) La película sienta las bases del "cine negro" de los primeros 40 y aporta elementos clave para futuras creaciones: femme fatale (Mary Astor, magnífica), giros en la trama, sed de venganza (la muerte de su socio), un cliente maquiavélico y peligroso (el orondo Sidney Greenstreet) y una lluvia de diálogos sarcásticos y vertiginosos. Todos ellos quedan aglutinados en la búsqueda del "pájaro". Un tesoro guardado durante cientos de años y que emerge aquí como la meta de la obsesión humana.
Nuestra receta se forja a partir de esa figura que supone "el halcón maltés". Una pieza (el calamar y la estatua) que fue recubierta de cerámica negra - ahí nuestro homenaje con el plato pizarra -. Nosotros vamos más allá y usamos un buen sellado a la plancha para ocultar su aspecto original. En su interior se esconde un valioso tesoro. Nosotros nos encargamos de ello con las verduras, los langostinos y los maravillosos retazos del calamar. Y lo ocultamos, pues destapar el misterio es nuestra tarea como detectives de la cocina.
Llenamos el plano con cucharadas de salsa de tomate, que simbolizan a la perfección el toque criminal de la película y, si nos ponemos puntillosos, hasta el toque seductor, pecaminoso y malvado que rezumaban las caderas de Mary Astor. Nos sentamos, observamos todas las piezas de este entretenido rompecabezas, todos sus personajes-ingredientes que cubren la trama. Nadie sobra. Todos se arremolinan alrededor de nuestro "calamar maltés" (el huevo, la brocheta...) para destapar el codiciado y suculento secreto. Un plato hecho del material con el que se hacen los sueños...