¡Hola limoneros! Tras un tiempo ausente del blog, hoy os traigo una técnica que os va a ser muy útil no solo a la hora de añadir un toque extra a vuestros dulces, sino que esta receta (que es súper fácil y sencilla) os servirá de acompañamiento ideal para cierto tipos de carne, como es el solomillo.
¿Preparados? ¡Vamos a confitar manzana!
Ingredientes
3 Manzanas
200 g. Azúcar
400 g. Agua
Preparación
Lo primero que haremos será pesar el azúcar y el agua. Si queremos jugar con otras cantidades, hay que tener en cuenta que el líquido siempre tiene que ser el doble de medida. Lo añadimos todo a un cazo y lo ponemos a fuego lento.
Mientras el azúcar se disuelve en el agua, prepararemos nuestra fruta: para ello solo tendremos que pelarla y trocearla, en pedazos similares a los que veis en las fotos, obviamente apartando el corazón de la manzana. Lo ideal es que sean bocados pequeños, que entren en la boca, pero lo suficientemente grandes para que podamos disfrutar de su sabor, aunque esto también depende de para lo que queramos utilizarlas: si vamos a añadirlas a un bizcocho, tienen que ser pedazos más pequeños; si vamos a utilizarlas como acompañamiento, algo más grandes.
Cuando el azúcar se haya disuelto en el agua, añadimos la manzana al cazo. Ahora simplemente tendremos que dejarlo a fuego lento unos 45 minutos. Sabremos que nuestra manzana está confitada cuando cambie de color, porque coge una tonalidad amarilla muy característica.
Una vez transcurrido este tiempo, colamos la manzana y ya la tendríamos lista. Pero es importante no tirar el almíbar que hemos conseguido: con la manzana ya fuera del cazo, lo dejamos reduciendo hasta la mitad aproximadamente, cuando haya cogido algo de consistencia. De esta forma, tendremos un almíbar que os puedo asegurar que para pintar nuestros postres, especialmente el hojaldre, les dará un toque para chuparse los dedos. Además, lo podemos conservar en un tarro de cristal con cierre, y lo aprovechamos todo.