Ingredientes:
1 lamina de hojaldre.
6 manzanas golden.
Mantequilla.
200 gramos de azúcar.
400 mililitros de agua.
Un poco más de azúcar para espolvorear.
Canela.
Elaboración:
Comenzamos preparando la compota de manzana (a mi me gusta hacerlo de un día para otra para que escurra bien, pero no es necesario). Ponemos en un cazo grande el agua con el azúcar y cuando empiece a hervir añadimos 3 manzanas peladas y cortada en dados. Dejamos cocinar unos 20 minutos. Transcurrido ese tiempo colocamos las manzanas sobre un colador y dejamos que escurra todo el caldo (el caldo no lo tiramos pues luego lo necesitaremos).
Con nuestra compota lista comenzamos a preparar la base de la tarta. Colocamos la masa de hojaldre sobre un papel, la pincelamos con mantequilla derretido y la espolvoreamos con azúcar. Seguidamente colocamos otro papel de hornear encima y le damos la vuelta a la base. De esta forma la cara que nos quedará sobre la bandeja de horno será la que hemos azucarado. Durante el horneado se caramelizará y quedará delicioso.
Sobre la cara de hojaldre que nos queda hacia arriba (recordad que no es la del azúcar) montaremos nuestra tarta. El primer paso es pinchar con un tenedor toda la superficie para evitar que suba. Repartiremos sobre ella nuestra compota de manzana (a mi no me gusta triturarla, simplemente la chapo un poquito con un tenedor).
Sobre la compota ponemos una capa de rodajas de manzana. Pincelamos con mantequilla derretida y espolvoreamos con azúcar y canela y horneamos a 190 grados unos 30 minutos o hasta que veamos que está doradita.
Mientras la tarta está en el horno ponemos en un cazo el almíbar que nos sobró de la cocción de la manzana y dejamos reducir. Al enfriar irá espesando y tomando textura de gelatina que será ideal para pincelar nuestro pastel antes de servir.
Y ya tenemos lista nuestra tarta para disfrutar de ella. Os la recomiendo.