Es un dulce de fácil elaboración y de sabor suave, que recuerda mucho a los polvorones pero con una capa interior de cabello de ángel, lo que lo hace tan especial, un ingrediente muy presente en la repostería andaluza tradicional.
En la mayoría de los supermercados andaluces lo puedes encontrar, pero si lo prefieres lo puedes hacer casero, en mi publicación anterior te enseño a preparalo.
Te ánimo a preparar está delicia, te encantará!
(Para un molde cuadrado de 20 cm)
Ingredientes:
250 grs. de manteca de cerdo a temperatura ambiente.500 grs. de harina de trigo.
100 ml. de vino blanco seco.
500 grs. de cabello de ángel o dulce de cidra en conserva o casero.
1 Cdta. de canela en polvo.
La ralladura de un limón.
Azúcar glas para espolvorear.
Preparación:
Ponemos el cabello de ángel en un bol, añadimos la canela y la ralladura de limón, mezclamos y reservamos.Echamos la manteca en un bol, añadimos el vino y la harina, batimos hasta obtener una masa homogénea que apenas se pegue en los dedos.
Hacemos una bola y tapamos con papel film, dejamos reposar una hora para que se hidrate la harina.
Forramos con papel de horno el molde (la base y las paredes).
Dividimos la masa en dos porciones iguales y extendemos una porción con un rodillo hasta conseguir un cuadrado del mismo tamaño del molde, ponemos en el interior del molde y acoplamos bien que cubra todo el fondo.
Extendemos el cabello de ángel que tenemos reservado con la ayuda de una cuchara cubriendo toda la masa.
Extendemos la segunda porción de masa y colocamos encima del cabello de ángel presionando un poco para que no queden huecos en el relleno.
Metemos en el horno precalentado a 160° grados, 50 minutos.
Sacamos del horno y dejamos sobre una rejilla enfriar por completo.
Pasado el tiempo tapamos con papel film y dejamos a temperatura ambiente hasta el día siguiente.
Al día siguiente desmoldamos con cuidado tirando del papel de hornear, espolvoreamos con abundante azúcar glas (ten en cuenta que la masa no lleva azúcar) y cortamos en porciones cuadradas de 4 cm.
Se conservan perfectamente envueltos en papel como si de un polvorón se tratase metidos en una caja metálica.