En Catalunya ya ha comenzado la temporada de calçotadas, un tipo de cebolla dulce que se consume asado sobre las llamas de sarmientos quemándose y mojados en salsa de calçot, similar al romesco.
El número estimado de calçots que se suele comer una persona va desde unos 15 a 25 unidades. No obstante, en ocasiones, algunas personas comen más o menos, o incluso a algunas no les gustan. Es en casos cuando tras terminar la comida nos damos cuenta de que ha sobrado cierta cantidad de calçots asados y, claro, es una lástima no poder aprovecharlos.
Para casos así se inventaron las croquetas, la receta de aprovechamiento por excelencia. A mi me sobraron 25 unidades aproximadamente, si te han sobrado más o menos, puedes adaptar proporcionalmente la receta haciendo más o menos bechamel.
Por otro lado, si no tienes la oportunidad de asistir a ninguna calçotada próximamente pero te apetece probar estas deliciosas croquetas de calçot, puedes asarlos en el horno. Evidentemente, el toque ahumado no lo tendrán pero para quitarte el gusanillo dan el pego totalmente. El secreto es sencillo, disponerlos en una capa sobre la bandeja del horno (quitándoles previamente la primera capa de piel, las raíces y cortando la parte más verde del tallo) sin amontonarlos. Se hornean unos 15 minutos a máxima temperatura, se retiran y se guardan envueltos en papel de periódico durante unos 10-15 minutos para que con su propio calor terminen de cocerse.
Ingredientes para las croquetas de calçot:
20-25 calçots asados
400 ml de leche semi normal, sin lactosa o vegetal (si utilizas una bebida vegetal, asegúrate de utilizar una sin azúcares añadidos ya que le otorgaría un sabor dulzón que no queremos)
2-3 cucharadas de harina de trigo o 1 cucharada de maizena
sal
aceite de oliva
nuez moscada molida
pan rallado (opcional sin gluten)
2 huevos
salsa de romesco casera (o comprada)
Preparación de las croquetas de calçot:
Para comenzar, pelamos los calçots ya asados quitando la última capa de piel, cortamos el exceso de tallo y los troceamos muy menudo y secamos el exceso de humedad con papel absorbente. Lo reservamos.
Para la bechamel, ponemos una cucharada de aceite de oliva en un cazo y añadimos la leche. Removemos sin parar hasta que rompa a hervir y la bechamel espese. Añadimos una pizca de sal y una cucharadita de nuez moscada molida. Si nos han quedado grumos, podemos pasarla por la túrmix unos segundos. Truco infalible!
Si has optado por la versión sin gluten, sigue los pasos que indicaba en esta receta de croquetas de calamares.
Una vez lista la bechamel, le añadimos los calçots troceados y mezclamos bien. Extendemos en una fuente o bandeja la masa de las croquetas de calçot y la tapamos con papel film, de manera que éste quede en contacto directo con la masa para evitar que se le forme una costra en la superficie. Pasadas unas horas (al menos 4h) podemos comenzar a dar forma a las croquetas de calçot. Para ello, cogemos un poco de masa con una cuchara y le damos forma, pasamos la croquetas de calçot por pan rallado, a continuación por huevo batido y volvemos a pasar por pan rallado para conseguir un rebozado crujiente al freírlas.
Las podemos congelar y consumirlas cuando queramos. Siempre es preferible descongelarlas previamente en la nevera y freírlas en abundante aceite muy caliente.
Al servirlas, las acompañamos con un cuenco con romesco o salsa de calçot para mojar la croqueta cual calçot. ¡Deliciosas!