Éstos se deben a una menor producción de estrógenos y progesterona. La aparición de los síntomas tiene lugar de manera diferente en cada mujer, pero los más frecuentes son: aumento de peso, sofocos o bochornos bruscos, insomnio, sudor por las noches, sequedad vaginal y en la piel, dolores articulares, fatiga, pequeñas pérdidas de memoria y molestias intestinales, entre otras disfunciones.
Los beneficios de los alimentos
Ciertos síntomas se manifiestan con mayor intensidad en algunas mujeres y llegan a ser muy molestos. En muchos casos tiene lugar un deterioro general y notable de la salud. La menopausia es una fase intrínseca al desarrollo y maduración femeninos. No es posible evitarla, pero sí minimizar los síntomas y disminuir sus efectos negativos sobre la salud. Aparte de recurrir a tratamientos hormonales en los casos más extremos, podemos obtener grandes beneficios de los alimentos.
A partir de la menopausia nos encontramos con la aparición de los kilos de más y con una gran dificultad para perderlos. En algunos casos puede llevarnos al sobrepeso y a los consiguientes perjuicios que éste tiene sobre la salud. Un peso excesivo afecta siempre a las articulaciones y, en esta época, debemos cuidar especialmente los huesos ya que la osteoporosis está al acecho.
Al aumentar de peso, generalmente haremos un recorte en la alimentación, que no dará resultado, ya que el organismo se acostumbrará a vivir con menos y reducirá el gasto calórico en lugar de recurrir a las reservas de grasa. Los hábitos que solían funcionar hasta este momento ya no lo harán: no funcionará el pasar el día a base de fruta o acostarse sin cenar. El cuerpo no recibe suficiente alimento y, como defensa, ahorra y retiene lo que tiene.
En esta época hay que tener especial cuidado con los azúcares de absorción rápida (sacarosa, fructosa, lactosa), que nos van a engordar más que nunca. Lo mismo ocurrirá con las grasas que, si además las unimos a los azúcares, se convertirán en una bomba calórica difícilmente digerible. Tampoco debemos seguir cualquier régimen de adelgazamiento ya que podría resultar peligroso para la salud.
Hablemos de lo que sí debemos hacer
Es imprescindible llevar una dieta variadísima, con abundancia de frutas y verduras de distintos tipos. Debemos disminuir el consumo de carne y aumentar el de pescado y marisco. Es imprescindible elevar el consumo de lácteos, incluso en las dietas de adelgazamiento, para frenar la disminución paulatina de masa ósea.
Obtendremos resultados magníficos con una dieta a base de lechuga, cogollos, endibias y pescado durante todo el día. Se pierden kilos que no se recuperan fácilmente. Es muy necesario complementar una buena alimentación con ejercicio físico frecuente para mantener sano el corazón, fuertes los huesos y evitar el sobrepeso.
Las ventajas de los vegetales
A partir de los cuarenta años la salvia debe entrar en la vida de cada mujer. Esta planta aromática y medicinal tiene numerosos efectos positivos sobre la salud, pero, sobre todo en la menopausia, su consumo es muy aconsejable. Incluso antes, la mujer ha de acostumbrarse a beber un litro diario de infusión de esta planta. En primer lugar es muy diurética, por lo que ayudará a librarse del exceso de líquidos retenidos que hacen parecer más gorda. Tiene un excelente efecto sobre el aparato circulatorio. Y lo más importante es que contrarresta e incluso puede frenar los típicos sofocos de la menopausia.
La soja es otro alimento se debe introducir en grandes cantidades en la dieta de cualquier mujer menopáusica. Su importancia se debe a su contenido en fitoestrógenos, que es mucho mayor al de otros alimentos. Se trata de unos compuestos encontrados en las plantas que tienen un efecto muy parecido al de los estrógenos, que escasean durante la menopausia en el organismo.
Durante su vida, una mujer se encuentra protegida, gracias a los estrógenos, de enfermedades cardiovasculares y osteoporosis. Con la soja obtenemos una fuente de fitoestrógenos que cumplen esta función protectora. Pero, además, nos defienden de los propios estrógenos, que en exceso, son causantes de enfermedades hormonales como cáncer de mama y de útero.