Una muestra a nuestra Doña Croquetona por ser su día más importante 16 de Enero. Como bien dice en su estado…
Doña Croquetona es coqueta entre las croquetas y guarda su receta entre las tetas
Os dejo una recopilación sobre las Diez cosas que solemos hacer con la croqueta más temida en nuestras cocinas.
A continuación vamos a conocer lo más disparatado de nuestras cocinas… lo que NUNCA deberías hacer con una croqueta (y que haces…).
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1. Nunca recalientes una croqueta. Jamás. Nunca acerques una croqueta a un microondas (Satán) ni a ninguna otra fuente de calor una vez ya la has freído. Muy común en nuestras cocinas- El resultado de esta acción será esa croqueta blanda y mustia, todo lo contrario de la croqueta crujiente por fuera y cremosa por dentro que esperamos.
2. No seas tacaño con el aceite. A veces creemos que si echamos poco aceite la croqueta engordará menos y será menos aceitosa, y resulta que ocurre todo lo contrario. Lo ideal para freír croquetas (y cualquier cosa en realidad) será siempre la freidora, pero si no tenemos hay que optar por una sartén llena de aceite, que cubra por completo toda la croqueta.
La idea es sumergir por completo el producto en un aceite bien caliente, cuya temperatura debe rondar los 180ºC, de manera que la croqueta quede bien crujiente y el aceite no penetre en el interior, cosa que arruinaría nuestra croqueta.
3. Fríe sólo 3 o 4 croquetas en cada tanda. Si echas todas las croquetas de golpe, la temperatura del aceite bajará, de manera que perdemos el efecto crujiente… Una vez fritas, es importante colocarlas en un papel de cocina para que pierdan el exceso de aceite.
4. La bechamel no se hace en 5 minutos. Para conseguir una farsa o bechamel debemos de hacer un roux cocinandola unos 10 minutos de cocción para que no sepa a harina cruda. Sobretodo tener la leche templada de esta manera conseguimos tener una crema homogenea evitando tener grumos en la farsa.
5. No uses jamón del malo. Los ingredientes de la croqueta deben ser de primera calidad si queremos conseguir una croqueta perfecta. Si podemos usar un buen ibérico, mejor que un jamón regular, que además puede arruinar el plato si está demasiado salado. Una idea estupenda es, por supuesto, elaborar las clásicas croquetas de cocido con las sobras del caldo.
6. Rebozar con pan rallado. Ahora ya nos ponemos chulos, porque sabemos que el pan rallado es lo más común en las casas para los rebozados. Pero si lo que queremos con unas croquetas de verdadero placer, se puede recurrir al panko, una pan rallado japonés elaborado sólo con la miga, mucho más ligero que el pan rallado, con más grumos y que absorbe menos aceite, de esta manera se consigue el crujiente de nuestra croqueta.
7. El tamaño sí importa. En materia de croquetas existen tres tamaños estándar más o menos consensuados. Por un lado está la grande, una croqueta que funciona como plato principal, acompañada de una guarnición, esos croquetones deliciosos que se comen con cuchillo y tenedor.
La clásica del tapeo, esa que podemos comer en dos bocados y con las manos. Ese tipo de croqueta es perfecto para entrante o picoteo, y es la que la mayoría elabora en sus casas.
Por último, está la croquetita de aperitivo, esa que nos ponen en las bodas y que se come de un solo bocado.
croqueton de gamba con salsa americana
8. Comes croquetas con cualquier cosa. Y no lo decimos porque no pueda hacerse, ya que la croqueta marida con (casi) todo. Las mezclas son variopintas ¿Unas patatas bravas, croquetas y ensaladilla rusa? lo que esta claro que siempre apetece unas croquetas…
9. Tener miedo a innovar. Innovar en la cocina con nuestra croqueta es muy extensa. No solamente tenemos la tipica croqueta de pollo o de jamón, hay una extensa variedad de croquetas con distintos sabores…
10. Tener miedo a congelar. Lo bueno que cuando haces para un regimiento nuestras clasicas croquetas podemos congelarlas sin ningun problema.
Lo que se recomienda siempre que tengamos las croquetas congeladas sacarlas unas horas antes para que se descongelen a temperatura ambiente y a la sartén. Hay quien las congela sin rebozar, para darles el último toque justo antes de freír, y quien prefiere que ya estén rebozadas. Cualquier opción es buena siempre que no las frías congeladas, pues estropearás la fritura.
Nota:
Las fotos son autoria mía, la edición de esta entrada es la recopilación de internet.
Con Texturas y Sabores