No he hecho muchas veces esta ensalada, pero hace unas semanas, Carmen me mandó una foto de una que había preparado ella para cenar y me dije que con lo rica que está la ensalada y lo bonita que le quedó,¡uhmmm!, tengo que ponerla en pie. Y así fue. Es rica, bonita, sencilla y lo más importante, deliciosa. Marta y los niños la disfrutaron un montón.
Para cuatro comensales,
Tres tomates medianos o dos bien grandes. Rojos pero enteros. No merece la pena escatimar el esfuerzo y perded un poco de tiempo buscando unos tomates del terreno, ricos y sabrosos en estas fechas. El que no, pues que los compre cómodamente en los supermercados valencianos donde visten de verde los empleados y listo. Allá cada uno con su conciencia y su paladar. Por cierto los cortamos en rodajas gruesas después de lavarlos y eliminar el cascabullo del mismo. Me gusta esa expresión, cascabullo.
2 paquetes de mozzarella fresca escurrida y cortada en rodajas gruesas
Orégano fresco
Albahaca fresca, de hoja cuanto mayor mejor
Sal y pimienta al gusto
Aceite de oliva virgen extra.
Quitando la parrafada infumable que os he metido, es fácil, muy fácil. Vamos alternando en un plato o fuente o bandeja, rodajas de tomate, mozzarella, y albahaca. Tras cada rodaja de tomate, salpimentamos y ponemos un poquito de orégano.
Cuando tengamos montada la ensalada, uy, uy, uy, cuanto tiempo le hemos dedicado, rociamos con aceite de oliva virgen extra por encima, espolvoreamos un poco más de orégano y listo.
Espero perdonéis mi sarcasmo en el día de hoy, pero no he tenido una de mis mejores semanas. Para la próxima os prometo que me contendré. O no.
Besos a todas, a todos, muchos besos a, en fin, sed muy, muy felices y luchad por ello, porque siempre se nos pueden torcer las cosas y haber perdido toda una vida en gilipolleces. Escuchad solo vuestro corazón y vuestro estómago cuando tengáis hambre. No más, el resto, Besos