Cocinar con flores, tan sólo el nombre es evocador y poético. Al leerlo nuestras mentes imaginan un espacio decorado con diferentes tipos de flores con sus envolventes fragancias y lleno de platos coloridos y rebosantes de aroma. Pero, aunque es así, las flores también aportan sabor y es algo que se puede aplicar a la gastronomía.
Si hacemos un recorrido por las diferentes culturas veremos que las flores ya eran utilizadas en mucho de sus platos. Por eso, más que de innovación podemos hablar de moda culinaria. Las flores se pueden utilizar para elaborar salsas, para postres, para bebidas, hacer encurtidos, aderezar vinagres o mermeladas… y, por supuesto, para decorar platos y dejar a todos con la boca abierta. Lo más importante es seleccionar aquéllas que son comestibles, ya que no todas son aptas para el consumo. Por ello, hoy os vamos a hablar de algunas de las más utilizadas.
Entre las más conocidas están las flores de la familia Allium, que son las de las cebollas, puerros y ajos. Su sabor es fuerte y se pueden utilizar para acompañar carnes de fuerte sabor y para aderezar ensaladas.
Las violetas y las rosas son conocidas por ser perfectas para pasteles, postres y mermeladas. Las primeras, además, son muy decorativas y perfectas para elaborar una infusión. En cuanto a las segundas, dan un agradable sabor a los helados y a algunas bebidas.
Los pensamientos y los claveles tienen un atractivo sabor dulce por lo que son ideales para combinar en ensaladas que tengan como ingrediente alguna fruta.
Por último, contaros que el hibisco es otra flor perfecta para utilizar en combinados gracias a su toque ácido. También lo podéis incluir en las ensaladas, haciendo una infusión y es fantástico para elaborar gelatinas y mermeladas.
¿Nos contáis que flor habéis probado?
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