Hace mucho tiempo, en un ataque de compra por impulso, me hice con una de esas pistolas para hacer galletas. Una de esas que se supone que también puedes usar como si fuese una manga pastelera, o sea, esta:
Yo no soy una gran experta con la manga pastelera, pero con este cacharro, menos aún. Os aseguro que nunca pude decorar nada con ella, por lo que se quedó olvidada en un rincón de un armario de la cocina. Porque tampoco había podido hacer galletas, hasta que mi cuñada Marta me pasó esta receta. Y entonces por fin le encontré utilidad al pobre artilugio olvidado. Si os pasa como a mí, que tenéis una de estas pistolas sin usar, es hora de que le quitéis el polvo. Si no la tenéis, no pasa nada, no hace falta que salgáis corriendo a comprar una, podéis usar una manga pastelera normal y corriente? o incluso una bolsa para congelados a la que le hagáis un agujerito en una punta para poner una boquilla? pero probad esta receta que es muy fácil y muy sabrosa.
Ingredientes:
120 g de azúcar
170 g de mantequilla
1 cuchara pequeña de vainilla líquida o en pasta
1 huevo
2 cucharas grandes de leche
1 cuchara pequeña de impulsor
250 g de harina
Preparación:
Batimos muy bien el azúcar con la mantequilla. Yo lo hago en el robot, porque es más fácil y más rápido, pero puede hacerse a mano. Agregamos la vainilla y seguimos batiendo. Añadimos el huevo y la leche y batimos hasta integrar bien. Y por último incorporamos la harina tamizada y el impulsor y batimos lo justo para que nos quede una masa homogénea, que será lo bastante fluida como para que podamos meterla en la pistola o en una manga.
Formamos las galletas con uno o dos golpes de gatillo (dependiendo del tamaño que queramos que tengan las galletas) sobre una lámina de silicona dispuesta sobre la bandeja para hornear. El papel para hornear no funciona muy bien con la pistola, suele quedarse todo enganchado y levantarse el papel, pero la silicona funciona fenomenal, y dice mi cuñada que a ella le va bien con el papel de plata. Horneamos a 170º C durante unos 10 o 12 minutos, hasta que comiencen a dorarse ligeramente. Finalmente decoramos nuestras galletas con mermelada, chocolate, frutos secos, o lo que se nos ocurran y tendremos así unas magníficas pastas para el té. ¡Qué las disfrutéis!