Ya os hablé de mi querida amiga Cecilia en la entrada de los Banoffee Cupcakes. En su merienda de despedida, su madre nos deleitó, entre otras cosas, con unas deliciosas galletas que resultaron ser parte de una tradición familiar. Según me dijo su madre, su abuela las hacía siempre que celebraban algún cumpleaños y como ellas las llaman las galletas de la abuelita, yo también he querido hacer lo mismo y de ahí el título de este post.
Tengo que decir que es todo un honor para mi estar escribiendo esta entrada mostrandoos una receta que ha llevado su familia desde hace algunas generaciones. Me dijo que utilizaba un molde antiguo de aluminio para darles la característica forma rayada que según su descripción es plano por abajo y con la forma rayada por arriba. Muy a mi pesar, he sido incapaz de encontrar algo similar por mucho que he buscado.
Cuando cayó la receta en mis manos, he de decir que se convirtió en un reto para mi hacerla ya que no la consideraba una receta cualquiera. Toda mi obsesión era conseguir aproximarme lo máximo posible a la receta original, pero como os comentaba antes, el no tener el molde hizo que me encontrara con el primer obstáculo. A pesar de eso no me llegó a preocupar demasiado porque sabiendo lo obstinada que soy, tenía claro que encontraría alguna solución. Y así fue, después de varios días de empeñarme en encontrar un molde similar al que me describió la madre de Ceci, tuve que conformarme con este rodillo para grabar sobre fondant. Pese a alguna dificultad previa porque se me pegaba un poco la masa al rodillo, creo que finalmente tanto de aspecto como de sabor, quedaron bastante fieles a las originales.
Antes de empezar con la receta, contaros que las galletas están realmente deliciosas, son crujientes y muy sabrosas ideales para comer solas o acompañadas de un buen café. Las hice con tanto cariño que podéis ver que lo destaco incluso en el detalle del lazo que las envuelve.
INGREDIENTES:
300 gr. de harina
130 gr. de azúcar glass
200 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
1 huevo
1 cucharadita de extracto de vainilla
1/2 cucharadita de levadura tipo Royal
ELABORACIÓN:
Batimos la mantequilla hasta que adquiera una consistencia cremosa. Empezamos a añadir el azúcar poco a poco y continuamos batiendo.
Añadimos la yema, el extracto de vainilla y la clara previamente batida a punto de nieve.
Tamizamos la harina junto con la levadura y la vamos añadiendo a la mezcla anterior poco a poco y a velocidad baja.
Hacemos una bola y estiramos la masa con el rodillo entre dos papeles de hornear para evitar que se nos pegue en el rodillo. En este paso me dijo Cecilia que la masa se metía en el molde antiguo de aluminio para darle la forma. Lo que veis a continuación es lo que se me ocurrió hacer a mi.
5. Quitamos el papel de arriba y pasamos el rodillo rayado para que queden las rayas marcadas en la masa.
Yo tuve que espolvorear un poco de harina porque se me pegaba la masa al rodillo con mucha facilidad.
6. Ahora cortamos las galletas con un cortapastas rectangular. Yo utilicé este:
7. Vamos colocando las galletas con cuidado en una bandeja de hornear. Puedes ponerlas sobre papel de hornear pero si tu bandeja es antiadherente, no hará falta.
8. Metemos en el horno previamente precalentado a 150ºC. durante 12 minutos o hasta que estén ligeramente doradas.
9. Dejamos cinco minutos en la bandeja y después las dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
ALGUNAS ACLARACIONES:
Ten en cuenta que la masa lleva algo de levadura, por lo que al colocar las galletas sobre la bandeja de horno, tendrás que dejar aproximadamente 2 cm. entre una y otra para que no se te peguen unas con otras, ya que aumentarán un poco de tamaño durante el horneado.
El rodillo texturizador de rayas lo compré aquí.
Cuando se enfriaron espolvoreé un poco de azúcar glass sobre las galletas, pero esto es optativo.
Me hizo muchísima ilusión hacer estas galletas y la misma ilusión me ha hecho redactar este post. Se lo dedico por completo a toda la familia Romero-Lozada Remy y en particular a mi querida amiga Cecilia, que tantos momentos hemos compartido a lo largo de estos 30 años. Espero que las disfrutéis tanto como yo.