No sólo porque Eva tiene recetas estupendas, casi todas fáciles, del día a día, aunque también tiene cosas más elaboradas también. Además, hace unas fotografías preciosas y muy cuidadas, con una estética que me encanta. Pero, sobre todo, porque es una chica súper ingeniosa, con un humor estupendo que encaja mucho con el mío, y que siempre me saca no sonrisas, sino carcajadas monumentales.
Ya os había contado que últimamente hago mi propia bebida de almendras casera, así que, al robar una receta de Eva, me propuse utilizar la okara o pulpa de almendra que me había sobrado y que yo tenía congelada. En contra de lo que yo preveía, esto supuso cambiar bastante las cantidades de la receta original, ya que la okara aporta bastante humedad y hay que añadir más harina para que la masa sea mínimamente manejable. Así que, si no utilizáis pulpa de almendras y queréis hacer estas galletas de almendra, os recomiendo visitar la receta de Eva, allí podréis hacer galletas con almendra molida riquísimas.
Galletas {de okara} de almendras
Ingredientes para 25 galletas
215 g de pulpa de almendras {resultante de elaborar leche de almendras casera}.
175 g de harina de trigo.
100 g de panela.
1 huevo.
1 cucharadita de levadura química {tipo Royal}.
1/2 cucharadita de vainilla.
1 pizca de sal.
azúcar blanquilla para rebozar.
almendra picada para decorar.
Preparación
1. En un bol ponemos el azúcar, la harina, la levadura y la sal. Añadimos la pulpa de almendras y mezclamos.
2. Batimos el huevo con la vainilla y lo añadimos a la masa. Formamos una bola, la envolvemos en papel film y la reservamos una hora en la nevera.
3. Precalentamos el horno a 180ºC, calor arriba y abajo.
4. Formamos unas bolitas con ayuda de una cucharilla, y las rebozamos en azúcar, para que sea más fácil de manipularlas. Aplastamos estas bolitas ligeramente sobre un platito con almendra picada, de manera que se queda un poquito incrustada en la masa.
5. Vamos colocando las galletas sobre una bandeja cubierta con papel de horno.
6. Horneamos las galletas 15 minutos a 180ºC, hasta que estén ligeramente doradas en la parte inferior. Las manipulamos con cuidado, mientras están calientes son blanditas. Una vez frías, las guardamos en una caja hermética para que se conserven adecuadamente.