Todo empezó una buena mañana, cuando estaba tomando su primer café, en la cafetería de siempre
De repente, todos se giraron hacia la puerta y cuando él también lo hizo, se quedó atónito
La primera reacción fue esbozar una sonrisa, que se le congeló cuando aquel tipo se colocó a su lado, mirándolo fijamente y sin intención de moverse
Se empezaron a oír murmullos, la gente se daba codazos entre ellos
En un minuto, había pagado y salido corriendo de allí, avergonzado
Las continuas llamadas que recibía, le parecían normal, solo querían lo que era suyo
En ningún momento hubiera imaginado que llegarían a ese extremo
Cuando aquel mismo mediodía vio aparecer de nuevo a aquel tipo y su ridículo disfraz, tuvo ganas de llorar
Todo el restaurante boquiabierto, sus compañeros de mesa alucinados, y él salió corriendo, otra vez
Dos manzanas más lejos, se paró sin resuello. Empapado en sudor, con un traje caro y huyendo de no se sabía qué, no era la mejor manera de pasar desapercibido
Esperaba que al día siguiente le pudiera dar esquinazo. ¡Cómo no tenía bastante encima!
Pero en los días siguiente la situación no mejoró
Dos semanas duró aquello. Aquel hombre y su disfraz se presentaban en las situaciones más insospechadas. En el trabajo, en su casa, en cualquier cafetería o restaurante, en el colegio de sus hijos, en el supermercado
Ya ni se inmutaba. Incluso llegó a invitarlo a tomar café con él
Nunca le había dirigido la palabra, se limitaba a quedarse de pie, cerca de él y alguna vez se sentaba y se quedaba mirándolo, resignado él también. Como queriéndole decir que aquel era su trabajo, que no era nada personal
Por eso le extrañó tanto cuando el día anterior le empezó a hablar
"Mañana ya no vendré, empiezo con otro moroso. Yo de ti, pagaría o desaparecería. Los que vengan mañana son peligrosos. ¡Qué tengas suerte!"
Lo que en la primera frase le alivió, lo desencajó en la segunda
No tenía el dinero que le reclamaban. No tenía dónde ir. Hablaría con quien se le acercara e intentaría llegar a un acuerdo
Sobresaltado todo el día, hubiera preferido ver aparecer al hombre disfrazado de oso y con aquel ridículo cartel de "Moroso a la vista"
Cuando los vio, supo que venían a por él
Dos gigantes, tatuados, cabezas rapadas, miradas frías
Se paró en medio de la calle y aunque pensó en salir corriendo, su cuerpo no le respondió
Notó como le bajaba la tensión, las piernas le temblaban
Y de repente cayó inconsciente
PD Relato inspirado en Alexia Yuste
INGREDIENTES
2 yogures naturales
125 g de azúcar
4 cucharadas de maizena
3 huevos
3 peras
Mermelada de melocotón
ELABORACIÓN
Pelar 2 peras, descorazonar y cortar en cuadrados
Colocar las dos peras en trozos, los yogures, el azúcar, la maizena y los huevos en una batidora
Triturar
Verter la masa directamente en la cubeta forrada con papel horno o bien en un molde de aluminio redondo forrado con papel horno
Pelar y descorazonar la pera restante
Cortar en finas láminas
Colocar las láminas de pera encima de la masa, sin que se hundan
Menú Horno 50
Pasado el tiempo, colocar la Tapa Horno 10 hasta dorar un poco
Dejar enfriar dentro de la cubeta
Desmoldar
Pincelar con mermelada toda la superficie de la tarta
Dejar en la nevera hasta el momento de su consumo
Receta adaptada de Tres Tenedores