Lo veo todo desde aquí
Y, aunque debería ser lo contrario, lo que menos me importa son las palomas
Intenta burlarse de mi provocándome cuando se posan cerca. Ni me molesto en mirarlas, ni me interesan
Los gorriones tampoco, aunque me divierten más
Prefiero observar a los seres humanos
Lo sé todo de ellos. Sus horarios, sus costumbres, conozco a sus hijos, a sus padres, oigo sus risas, sus gritos
Siempre corriendo. Sin parar nunca, y cuando paran, es para sentarse delante de un televisor. No hablan, no se miran, apenas se sonríen unos a otros
Los tengo a todos catalogados, etiquetados
Hay pocas novedades. Todos los días iguales, pero a falta de poder cazar palomas...
La única novedad apareció hace dos semanas, en el segundo piso
Ya era hora de que aquellos dos se fueran cada uno por su lado, hubieran acabado matándose
Un camión de mudanzas anunció su llegada
Me gustaron los muebles. Un sofá grande y blanco, muchos libros. Lo demás lo fui viendo desde mi atalaya y su balcón abierto
Los niños me divierten, pero no había ninguno. Mi gozo en un pozo
Pero me esperaba algo mejor. Una preciosidad hecha mujer. Pelo largo, alta, ropa bonita y aquella sonrisa que me dedicó en cuanto me vio
Cuando se asomaba al balcón con su taza de café, no tenía ojos más que para mi
Esperando esos momentos me preparo a conciencia. El día anterior, lamo mi precioso pelaje y dejo que mi humana me cepille una y otra vez. Aguanto mis ganas de morderle y ella está feliz porque ya había perdido la esperanza de conseguirlo
Y ahí está, sonriéndome como si fuera la única humana en el mundo y yo el gato más hermoso que nunca hubiera visto
Lo he decidido
Esa misma tarde aprovecho un descuido y hago lo que nunca había hecho
Me cuelo por la puerta de entrada y salgo de mi único refugio conocido
Bajo muchos escalones y entre unas piernas que entrar en ese momento, salgo a la calle
Cruzo la calle, no hay pérdida
Con tanto trasiego de personas, no es difícil meterme en el edificio de enfrente
La suerte que hasta ahora me ha acompañado me lleva a su puerta
No ha durado mucho la aventura
Los gritos y lamentos de mi humana han llegado hasta ella y sale corriendo para ayudarla a encontrarme y allí me encuentra, en su felpudo
A valido la pena. Me coge con sus manos y me acuna en sus brazos, me dan besos y más besos. Cinco, diez minutos, nada más
Y me devuelve a mi hogar
No me llaméis cruel. Adoro a mi humana, pero vosotros no conocéis a la vecina de enfrente
En el blog tenéis la versión con manzanas. Los dos una delicia
INGREDIENTES
4 peras
3 huevos
50 g de azúcar glas
1/4 de cucharadita de canela
60 ml de leche
80 g de harina
50 g de mantequilla
20 g de almendras fileteadas
Azúcar glas para decorar
ELABORACIÓN
Derretir la mantequilla. Reservar
Tamizar la harina con la canela. Mezclar. Reservar
Pelar, descorazonar y cortar en láminas las peras
Batir los huevos con el azúcar hasta que blanqueen
Añadir el azúcar glas
Seguir batiendo bien
Añadir la harina tamizada
Batir
Añadir la leche y la mantequilla derretida
Batir
Añadir las peras laminadas
Remover bien con movimientos envolventes con una espátula
Pulverizar con spray desmoldante un molde de plum cake
Verter la mezcla en el molde
Acomodar por igual la pera con una espátula
Horno precalentado 5 a 180º
Meter el molde en el horno
Hornear 40
Pinchar para comprobar que está hecho
Dejar enfriar antes de desmoldar
Poner almendras laminadas por encima
Espolvorear con azúcar glas
Receta adaptada de la revista Cocina Lecturas nº 116 pág. 135