Se dice que su origen se remonta a la época de los vikingos, y que se hizo a imagen y semejanza del gato favorito de la diosa Freja (diosa del amor, la belleza y la fertilidad). A este pan que se cocinaba en esta época del año se le atribuían poderes mágicos; se pensaba que ayudaban a fortalecer y proteger las futuras cosechas, los animales e incluso a las personas.
En Suecia, el día de Santa Lucía, miles de doncellas ataviadas con túnicas blancas, sujetando un candelabro y luciendo en sus cabezas una corona de velas iluminan el invierno sueco. Lucía y sus doncellas reparten a su paso los lussekatter o bollos de azafrán, y galletas de jengibre. Hoy en día, esta tradición es muy importante en la navidad sueca, y se celebra en iglesias, escuelas, hospitales...
Aunque se desconoce cómo esta tradición relativa a una santa italiana llegó a Suecia, sí se sabe que fue la clase alta de la sociedad sueca la que se apropió de esta tradición, haciendo que la mayor de sus hijas desempeñara el papel de Lucía y sirviera el desayuno a sus padres la mañana del 13 de diciembre. Esta costumbre acabó de calar en la sociedad sueca en el siglo XX, cuando un periódico de Estocolmo decidió celebrar el primer concurso de Lucías.
Como siempre, esta pequeña historia es una pincelada de la tradición, si os pica la curiosidad, consultad a Mr. Google... Siempre es interesante conocer las tradiciones de otros países y aprender a apreciar lo ajeno, para así también valorar lo propio.
La cuestión es que tengo dos piojos, un Nicolás, en honor al cual hice las riquísimas Kruidnoten, galletas holandesas en honor a San Nicolás; y una Lucía, que no podía ser menos, así que ella va a disfrutar de estos lussekatter en honor a Santa Lucía...
Lussekatter
Ingredientes (aproximadamente 15 bollos):
115 g mantequilla en dados.
180 ml de leche entera.
60 ml de agua.
1 cucharadita de filamentos de azafrán.
20 g de levadura fresca de panadería.
375-425 g de harina.
100 g de azúcar.
1 huevo para la masa + 1 huevo para pintar.
2 cucharadas de pasas.
1/2 cucharadita de sal.
Preparación:
1. Calentar suavemente la leche con la mantequilla y el azafrán, sin que hierva. Dejar templar.
2. En la cubeta de la panificadora, poner la mezcla de leche y mantequilla y el agua primero, después añadir la sal, el azúcar, un huevo, 375 g de harina y la levadura.
3. Poner en marcha el programa de masas (en mi panificadora es el número 7 y dura una hora y media). Al principio del amasado, vigilar la masa por si hiciese falta más harina. Esto va a depender fundamentalmente del tamaño del huevo y del poder de absorción de la harina que utilicemos. Irle añadiendo la harina necesaria hasta que se forme una bola suave, pero tener cuidado con añadirle de más, porque nuestros bollos quedarán más secos y duros.
4. Una vez que termine el programa de amasado, retirar la masa de la cubeta y ponerla sobre una superficie enharinada. Amasarla ligeramente con las manos y cortarla en porciones. A mí, me salieron 15 bollos de aproximadamente 80 gramos cada uno.
5. Estirar cada una de las partes dándole forma de cilindro, de un grueso de 2,5 cm y 15 cm de largo. Los Lussekatter se pueden enrollar de distintas maneras, pero la más típica es darle una forma como de S, y poniendo una pasa en el huequito que se forma. En Cocinando entre olivos tienen un tutorial fotográfico genial para ir conformando los lussekatter.
6. Irlos colocando en una bandeja cubierta con papel de horno, bien separados, porque aún tendremos que dejarlos levedar unos 30 minutos más.
7. Yo coloco las bandejas dentro del horno, tapadas con un paño de cocina, y las dejo allí esos 30 minutos.
8. Al cabo de ese tiempo, retiro las bandejas del horno, sin destaparlas, y enciendo el horno a 200ºC.
9. Cuando el horno está caliente, pintar con un huevo, con cuidadín de no bajar la masa, y hornear durante 10 minutos a 200ºC.
No es un bollo excesivamente dulce, pero sí muy sabroso. El aroma del azafrán es delicioso. Ideales para el desayuno, abriéndolos al medio y untándolos con mermelada de caqui y mango. Al día siguiente, si queremos que recuperen la esponjosidad, meterlos unos segundos en el microondas.
¡¡Feliz día de Santa Lucía!!
Fuentes: Cocinando entre olivos y Hands in dough.