Para el 38 Desafío en la Cocina, las desafiadoras Nina y Mila, de La Cocina de Camilni, escogieron un verdadero reto, que llevábamos temiendo mucho tiempo: los macarons. La fama de complicados precede a estos dulces. Yo reconozco que me lo tomé con muchísima ilusión, me encanta intentar hacer cosas que me parecen difíciles, me resulta estimulante superarme, perder el miedo a la cocina, conseguir realizar nuevas cosas...
Así que dicho y hecho, al día siguiente de conocer el desafío me puse al lío. Los primeros macarons, no fueron un fracaso absoluto, pero la masa estaba dura, no se bajaron los picos que forma la boquilla de la manga... Y las fotos eran un desastre...
Dos días después, los segundos macarons. Mucho mejor desde luego, pero por miedo a pasarme, les puse poquito color y quedaron feuchos, así que no hice fotos. Craso error. Porque aquí fue donde se complicó mi vida.
Seis años esperando a que la Xunta convocase exámenes de habilitación para guías de turismo oficiales. Los habían convocado en septiembre, pero no había fecha. Justo al día siguiente de mis segundos macarons, convocaron la fecha, a escasas tres semanas de aquel día. Cientos de páginas de apuntes. Toda una vida profesional en juego. Ya no había más vida que para sacar adelante aquel examen... Tras un ataque de ansiedad, les mandé un correo a Nina y a Mila, diciéndoles que no participaría este mes, el examen era dos días antes de la fecha límite para enviar los macarons... Y yo no me sentía capaz.
Al día siguiente del examen respiré. Sólo necesitaba dormir. Fui viendo cómo mis compañeras iban haciendo sus macarons, con más o menos éxito. Pero yo ya no tenía tiempo.
El último día me levanté por la mañana con la idea de que siempre es mejor morir luchando que esperar a que todo pase, así que decidí intentarlo. Con los minutos en contra, y lloviendo, me puse al lío, y salieron bien, porque tenían que salir, porque todo el grupo del Desafío merecía el esfuerzo de hacer los macarons y publicarlos, porque son estupendos y maravillosos, lo mejor de lo mejor.
Probablemente, alguien con experiencia en estas lides macaroniles verá que no están perfectos, ni mucho menos. Pero quedáis avisados, me ha entrado el gusanillo, y me parece que voy a seguir practicando.
Macarons con crema de chocolate blanco
Para los macarons:
62 g de almendra molida (mejor comprarla ya molida).
125 g de azúcar glas (comprado, no sirve el molido en casa).
70 g de clara de huevo (en mi caso, dos claras de huevos M).
27 g de azúcar blanquilla (el normal de toda la vida).
colorante alimentario en polvo o gel (azul real de Wilton usé yo).
Para la crema de chocolate blanco:
50 g de queso crema tipo Philadelphia.
50 g de azúcar glas.
40 g de chocolate blanco.
Materiales necesarios:
tamiz o colador.
mangas pasteleras desechables.
boquilla lisa de unos 6-7 mm (la mía es la número 12 de Wilton).
espátula o lengua de silicona.
papel de horno.
plantilla para macarons.
una boquilla rizada para rellenar (opcional).
miles de millones de trillones de paciencia.
Preparación: 1. En primer lugar hay que tamizar la almendra molida y el azúcar glas. Una, dos, tres veces. Lo que pueda vuestra paciencia. Cuanto más tamicemos, más finos quedarán. Y desechar los grumitos. Reservamos.
2. Montamos las claras con ayuda de nuestras varillas. Cuando estén firmes, añadimos el azúcar blanquilla y seguimos batiendo. Cuando nuestro merengue esté bien firme y brillante, incorporamos el colorante elegido, y batimos un poco más, hasta que el color se haya repartido uniformemente.
3. Ahora viene eso que llaman el macaronage. Es lo más delicado, y yo, que no tengo mucha experiencia, encuentro difícil explicar el punto. Mezclamos nuestras claras con las almendras y el azúcar glas. Yo lo hice en una sola vez, porque es muy poquita cantidad. Mezclamos con movimientos envolventes, con cuidado, hasta que se vaya incorporando todo. El quid de los macarons está aquí. Hay que mezclar lo suficiente para que queden lisos y brillantes, no demasiado para que no se nos licúe la masa. Ya, ya, me explico fatal, ni mucho ni poco. Es cuestión de irle cogiendo el truco.
4. Colocamos nuestra masa en una manga pastelera con la boquilla lisa.
5. En una fuente de horno colocamos nuestra plantilla de macarons, y encima una hoja de papel de horno. Con la boquilla vertical sobre el centro de cada círculo, vamos depositando la masa, parando un poquito antes de llenar el círculo, porque luego se extiende un poquito.
6. Ahora hay que dejarlos secar. ¿Cuánto? Lo justo. Entre media hora y dos horas. Mirad que yo vivo en Galicia y el día que los hice llovía, y en hora y media estaban secos. Lo justo significa que cuando los toquemos ligeramente con el dedo no nos manche.
7. Calentamos el horno, a 150ºC. Horneamos nuestros macarons, calor arriba y abajo, unos 13 minutos. Si se nos pasan quedarán oscuros y más secos, así que es importante controlar tiempos y temperaturas, y recordad que cada horno es un mundo.
8. Et voilà! Hay que dejarlos enfriar antes de levantarlos del papel para que no se nos queden pegados. Los macarons conviene dejarlos reposar hasta el día siguiente antes de rellenar, así que, una vez fríos, podemos guardarlos en un táper hermético.
9. La crema de chocolate blanco es la parte más sencilla. Batimos juntos el queso y el azúcar glas, hasta que esté muy cremoso. Derretimos el chocolate blanco en el microondas, muy despacio, para que no se nos queme. Incorporamos el chocolate derretido al queso batido y mezclamos bien. Ponemos en nuestra manga pastelera con boquilla rizada, y reservamos en la nevera hasta el momento de rellenar los macarons.
Este mes no dejéis de pinchar en el logo del Desafío, porque ha sido un verdadero reto para todos los participantes. Muchos macarons, cada uno en su estilo, con diferentes rellenos, pero todos hechos con mucha valentía, con mucho humor, con mucha ilusión y sobre todo, como un equipo, ayudándonos y animándonos entre todos, compartiendo consejos y experiencias y eso, señores, es algo que da mucha alegría encontrar.