¡Hola de nuevo! ¿Qué tal lleváis estos días previos a Semana Santa? Seguro que planeando ya un montón de cositas interesantes que hacer y visitar. Nosotros no nos vamos de puente pero sí que aprovecharemos a hacer alguna excursión con amigos, y por supuesto aprovecharé a preparar alguna cosita rica, como estos mini brioches tan apetecibles.
El brioche es un pan dulce típico francés, la masa requiere de tiempo de levado pero en sí no conlleva ninguna complicación, ¡salvo que hay que tener paciencia!
Estos bollitos pueden recordar a los bollos suizos en sabor y en estética, pero en realidad los suizos llevan mucha leche y poca mantequilla, y estos más bien son al contrario; llevan bastante mantequilla y poca leche. Así que os animo a probarlos para que veáis lo fácil y delicioso que resulta hacer vuestras propias masas.
Esta receta debemos hacerla de un día para otro, pues la fermentación en frío aporta mucho más sabor y una mejor miga a nuestras masas.
Ingredientes:
350 gramos de harina de fuerza
2 huevos L
100 ml de leche
5 gramos de levadura seca de panadería o 15 gramos de levadura fresca
100 gramos de azúcar
175 gramos de mantequilla a temperatura ambiente
2 cucharaditas (10 gramos) de sal
Un huevo y un poquito de leche para barnizar
Azúcar perlado para decorarPreparación:
Lo primero a tener en cuenta es que lo ideal es trabajar con un robot de cocina o robot amasador, pues esta masa al llevar mantequilla es un poco engorrosa de trabajar y tiene que llevar la cantidad justa de harina en su composición. Si la trabajamos a mano y empezamos a pringarnos corremos el riesgo de tener la tentación de añadir más harina para poder trabajarla y eso sería un error. Así que o bien con el gancho amasador de nuestro robot o los ganchitos de nuestra mini pimer. Amasamos todos los ingredientes juntos excepto la mantequilla.
Ahora es el momento de empezar a incorporar la mantequilla en cubos pequeños a temperatura ambiente a nuestra masa. Sin dejar de amasar, no agregamos el siguiente hasta que veamos que el anterior está perfectamente integrado. Seguimos amasando unos 10-15 minutos o hasta que la masa resulte muy brillante y elástica, y se deslice sola hacia abajo por el gancho de nuestro robot.
Hacemos una bola con la masa y la metemos en un bol previamente engrasado con un poquito de aceite y tapamos con un film. Dejamos reposar unas dos horas o hasta que doble su volumen. Os recomiendo dejarlo en un lugar cálido, como por ejemplo dentro del horno apagado.
Una vez haya doblado en volumen, vamos apretando un poco la masa con los dedos, como intentando desinflarla, y la volvemos a dar forma de bola. Metemos al bol bien tapado con film y guardamos en la nevera toda la noche para que haga la segunda fermentación. Puede resultar un engorro este paso, pero si nos organizamos bien tampoco es tan grave trabajar así las masas. Tengo comprobado que las fermentaciones en frío (retardadas) aportan un sabor mucho más intenso a las masas de según que preparaciones, así que quitaos el miedo y probadlo, veréis que merece mucho la pena.
Al día siguiente sacamos la masa de la nevera un par de horas antes de empezar a trabajarla. Vamos cortando porciones de unos 70 gramos cada una. Damos forma de bola y dejamos en una bandeja de horno con papel vegetal. Dejamos fermentar de nuevo hasta que doble su volumen, puede tardar entre 1 y 2 horas.
Finalmente, barnizamos con un huevo batido con un chorrito de leche y espolvoreamos azúcar perlado por encima. Si no tenemos este tipo de azúcar podemos preparar uno casero, en un bol ponemos un poquito de azúcar y añadimos unas gotitas de agua o de agua de azahar, hasta que esté semi empapado. Removemos con una cucharilla, y listo.
Horneamos a 180º durante 12-15 minutos, hasta que la superficie esté bien dorada, pero evitando que se nos quemen. Dejamos enfriar sobre una rejilla y una vez fríos podemos abrirlos y rellenarlos de lo que queráis, o incluso comerlos solos o mojados en leche o café. Son absolutamente irresistibles.
Espero que os animéis a prepararlos y me contéis que os han parecido. Sin duda cada día le cojo más el gustillo a las masas, pueden resultar engorrosas pero al final tienen su recompensa; y no hay nada más gratificante que preparar algo rico con tus manos y que todo el mundo te diga lo rico que está, así que ¡manos a la masa! Un besazo y hasta la próxima entrada.
Andrea