Hace unos días expliqué como hacer unas berlinas; hoy tocan brioches, y si comparamos una receta y la otra, aparte del hecho de que unas se hacen fritas y los otros al horno, o de sutiles diferencias en las proporciones de los ingredientes, digamos que como mínimo, se parecen un poco. Y sí, aunque las recetas son muy parecidas y la forma de amasarlas casi idéntica, el resultado es completamente diferente, básicamente porque unas se fríen y los otros se hornean. La receta de hoy está basada en una de Xavier Barriga, que como todos los aficionados al pan sabemos, es un auténtico genio panadero. Por supuesto que no pretenderé que pueda ni en mis mejores sueños mejorar su receta, ni siquiera imitarlo. Solo reproduzco su receta por si alguien por ahí no la tiene muy a mano o no la conoce. Los que conocemos sus recetas, sabemos que tiene por costumbre poner la levadura al final del amasado. Como asumo que entre quienes estamos leyendo estas líneas, la mayoría no tenemos una enorme experiencia amasando y en consecuencia podemos dejar parte de la levadura sin acabar de integrar bien, propongo diluirla en el agua y añadirla al principio. Pero si nos atrevemos… ya sabemos, la ponemos al final, como Xavier.
Ingredientes:
500 g de harina de fuerza
10 g de sal
110 g de azúcar
100 g de mantequilla fría
3 huevos
150 ml de agua
25 g de levadura fresca
la piel de medio limón rallada
½ cuchara pequeña de canela en polvo
1 huevo más para pintar
Preparación:
Diluimos la levadura en el agua, a temperatura ambiente y la dejamos reposar 10 minutos, hasta que comience a hacer burbujitas. Ponemos en nuestro robot la harina, el azúcar, la sal, los huevos, el agua con la levadura, la canela y la ralladura de limón y amasamos unos minutos, hasta que la mezcla quede homogénea. También podríamos hacerlo a mano, pero si tenemos la opción usar el robot, nos resultará una tarea mucho más fácil. Cortamos la mantequilla (que debe estar muy fría) en cuadraditos que vamos añadiendo a la masa poco a poco, sin detener la amasadora. Cuando hayamos agregado toda la mantequilla y veamos que está integrada, lo que nos llevará un buen rato, aún tendremos que seguir amasando durante 10 minutos más… como mínimo. Entonces ponemos nuestra masa en un bol untado con aceite, para que no se pegue, la tapamos con un paño o con un plástico y la dejamos reposar durante una hora. Pasado este tiempo cortamos la masa con un cuchillo en porciones de unos 80 g y “boleamos”, es decir, les damos forma de bola haciendo rodar la masa sobre la mesa bajo la palma de la mano (saldrán unas 12). Ponemos nuestros brioches sobre una fuente de horno cubierta con papel para hornear, los pintamos con huevo y los dejamos fermentar durante todo el tiempo que necesiten para doblar su volumen. Si queremos obtener brioches bien separados tenemos que usar una fuente grande… o mejor 2 grandes, pero creo que también quedan bonitos cuando los ponemos cerca y se acaban uniendo para formar una sola pieza que se separa fácilmente con las manos ¿no?.
Finalmente los horneamos a 220ºC durante unos 10 minutos o hasta que veamos que adquieren ese precioso color dorado característico de los brioches. Además, por hacer algo un poco diferente, en realidad yo hice solo 6 brioches de esta manera y la otra mitad de la masa la estiré formando un rectángulo y la cubrí con unos 150 g de fresas trituradas. La enrollé, la retorcí y la puse formando una corona sobre otra fuente de horno cubierta con papel de hornear.
Al aumentar su volumen la corona prácticamente quedó cerrada, con lo que por fuera adquirió la apariencia de un bollo redondo y grande, pero al cortarlo se ven las vetas de fresa, que le dan además un sabor fresco y ácido que contrasta con el dulzor del brioche.