En casa comemos mucho pollo, cocinado de mil maneras distintas. Es una carne magra, con mucha proteína, poca grasa y su precio es inigualable.
Mi padre decía que los pollos de hoy en día son insulsos y con carne de color blanco, nada que ver con los pollos de corral de antaño, alimentados con grano, que campaban libres (nada de jaulas) y cuya carne era sabrosa y apretada, de color amarillo.
Es lo que tenemos, la posibilidad de comprar pollo de corral para aumentar el sabor. El problema es que las familias con hijos adolescentes (que devoran, doy fe) no podemos gastar tanto en la alimentación diaria y, por eso, es mejor acompañar o aderezar con ingredientes que aumenten su sabor.
Este es el caso de hoy: una mezcla de aceite, miel y mostaza a la antigua que le da un sabor sublime al pollo.
Para 4 personas:
6 muslitos de pollo
8 alitas de pollo, quitada la punta y partidas en 2
4 patatas medianas
1 cebolleta
2 dientes de ajo
2 cucharadas de mostaza a la antigua (o normal, a vuestro gusto)
2 cucharadas de miel
4 cucharadas de aceite de oliva virgen
tomillo
agua
aceite de oliva y sal
Se precalienta el horno a 180º C. Mientras, se van pelando las patatas y se cortan en rodajas. Se pica la cebolleta en plumas y el ajo en láminas.
Se pone en una cazuela un poco de aceite y se doran las patatas, junto a la cebolleta y los ajos y una pizca de sal. Se añade el pollo y se dora ligeramente.
Se pasa a una fuente de horno, recogiendo con un poco de agua los restos de la cazuela:
Se prepara la salsa para untar en el pollo:
Se pone en un bol el aceite, la mostaza y la miel y se remueve bien hasta que quede una salsa homogénea.
Se unta el pollo con esta pasta y se espolvorea con tomillo o romero:
Se introduce en el horno durante 45 minutos, hasta que se dore sin quemarse. Se sirve inmediatamente.