Qué tal el fin de semana? Espero que hayáis disfrutado y descansado mucho para coger con ganas una nueva semana. Yo, por mi parte, estoy muy contenta con la tarta que os traigo hoy...; así que me siento positiva, llena de energía y también un poquito llena de calorías, pero bueno, un día a la semana no hace daño.
Ayer fue el cumpleaños de mi prima Laura y la primera ocasión que se me ha presentado para volver a hacer un postre “POSTRE”, en mayúsculas, porque en las semanas anteriores, con tanto agobio y prisas siempre he buscado recetas ricas, vistosas pero rápidas y sin demasiadas complicaciones. Me ha llevado toda la semana decidirme por esta receta, por un lado porque tenía ganas de intentar hacer una Naked Cake, pero por otro lado tenía miedo de que me saliese desastrosa y yo quería triunfar
.Al final creo que ha sido una magnífica elección y estoy fascinada con el resultado global obtenido: una tarta bonita, jugosa y llena de sabor y color.
Como seguro que sabéis, las Naked Cake o Tartas Desnudas están de moda y a mí me encantan. Se llaman desnudas porque no llevan ningún tipo de cobertura o recubrimiento (ya sea fondant, frosting, merengue o chocolate) y dejan el bizcocho y el relleno a la vista. Es una vuelta a las tartas tradicionales y con cierto toque rústico. Además, en mi opinión, son muchísimo más sanas pues se reduce una importante cantidad de grasas y azúcares.
Sin embargo, este “peso” que se les quita de encima a este tipo de tartas no las convierte en tartas insulsas o aburridas. Muy al contrario, para contrastar la sencillez del bizcocho y el relleno se utilizan frutas (esos postres tan sanos y naturales) para decorar las tartas y aportarle color y alegría al conjunto. En otras ocasiones se utilizan flores, ya sean naturales o comestibles, y se obtienen unas tartas preciosas.
En fin, no me quiero enrollar como una persiana… ya he comentado en alguna ocasión que no soy demasiado golosa y que los duces con fondant o buttercream, en general, me resultan demasiado empalagosos, de ahí que sólo en contadas ocasiones prepare recetas que los incluyan. Es por esta razón que fue para mí todo un flechazo ver por primera vez fotos de Naked Cakes… por fin podría hacer tartas preciosas que pudiese comer toda la familia y sin que resultasen excesivamente dulces.
Ahora bien, respecto a esta receta de tarta desnuda de chocolate y queso crema solo puedo decir que ha sido una gran sorpresa el bizcocho. Tenía mis dudas sobre el sabor y el resultado final porque tenía mucho café, cacao y azúcar pero decidí fiarme de las chicas del blog del que obtuve la receta y ha merecido la pena.
La receta de la tarta la he obtenido del blog La cuchara Azul (podéis verla aquí). Tienen unas fotos muy bonitas, así que si tenéis un ratito echadle un ojo. La receta del bizcocho la han obtenido a su vez del blog Tartacadabra, también muy chulo y que podéis ver aquí. Y para seguir con la cadena… la receta original del bizcocho es del libro The Whimsical Bakehouse.
La crema de queso que he utilizado es del blog Bakemanía (ver aquí).
Son muchas referencias, lo sé, pero todos los enlaces que voy poniendo en cada una de mis publicaciones son mis “profes” de repostería y me parece feo no indicarlas aunque sólo haya sido porque han servido de inspiración.
Así que nada, sólo queda poneros la receta e invitaros a que la preparéis, aunque sólo sea el bizcocho porque realmente está riquísimo.
INGREDIENTES: Para el bizcocho (2 moldes de 20cm diámetro)
450 gr azúcar (2 tazas)
225 gr mantequilla a punto pomada
4 huevos L
1 cucharada extracto de vainilla
210 ml café recién hecho
210 ml agua fría
90 gr cacao puro en polvo (1 taza)
310 gr harina común (2 tazas + 1 cda)
65 gr maicena (7 cdas)
2 cucharaditas bicarbonato
1/2 cucharadita levadura química
Una pizca de sal
* Todos los ingredientes estarán a temperatura ambiente salvo cuando se indique otra cosa.
* Las cantidades indicadas entre paréntesis son orientativas. Son las medidas que yo he utilizado para pesar los ingredientes y que me servirán en el futuro para repetir la receta sin tener que utilizar el peso.
Para la crema:
150 gr azúcar glas
110 gr mantequilla a temperatura ambiente
350 gr queso crema tipo Philadelphia
ELABORACIÓN:
Bizcocho: Comenzamos la receta pesando y midiendo todos los ingredientes, de modo que podamos seguir los pasos de forma ordenada. (En esta ocasión me he detenido a hacer una foto y todo)
Luego engrasamos dos moldes de 20 cm de diámetro. Los moldes que yo utilizo son desmoldables pero les suelo poner papel de horno en la base para que sea más fácil sacar el bizcocho después.
Ponemos a precalentar el horno a 180ºC.
El primer paso para la elaboración del bizcocho es disolver el cacao en el café recién hecho. Removemos bien para disolver cualquier posible grumo y luego le añadimos el agua fría para templar la mezcla.
Aparte, en un bol grande batimos el azúcar con la mantequilla (que debe estar a temperatura ambiente) hasta que obtengamos una mezcla cremosa y blanqueada. Sin dejar de batir añadimos los huevos de uno en uno. Por último, incorporamos la esencia de vainilla.
Una vez que tenemos una mezcla homogénea incorporamos en 2-3 tandas los ingredientes secos (harina, maicena, bicarbonato, levadura y sal) y los ingredientes líquidos (la mezcla de café, agua y cacao). Yo casi siempre tamizo la harina y el resto de ingredientes secos mientras la voy incorporando a la mezcla pero este proceso podéis hacerlo antes de comenzar la elaboración del bizcocho.
Yo he comenzado añadiendo 1/3 parte de la mezcla de harina y remuevo hasta integrar bien todos los ingredientes, luego añado la mitad de la mezcla de café y chocolate y remuevo bien. Repito el proceso con otra 1/3 parte de ingredientes secos, luego lo que queda de café y chocolate y, por último, la última 1/3 parte de ingredientes secos.
Una vez que tenemos lista la masa de bizcocho la repartimos por igual entre los dos moldes y los horneamos durante 50-60 minutos o hasta que al pincharlos con un palillo éste salga limpio. Yo los he puesto en la segunda posición del horno desde abajo. Durante los primeros 15 minutos he horneado con la opción “calor abajo” y luego, el resto del tiempo, con la opción “calor abajo y arriba”.
Una vez horneados los bizcochos los dejamos reposar sobre una rejilla y dentro del molde al menos 10-15 minutos. Desmoldamos los bizcochos y los dejamos enfriar totalmente.
Una vez fríos, se envuelven los bizcochos en papel de film y se conservan en la nevera hasta que se vaya a montar la tarta.
Crema: En un bol grande batimos la mantequilla con el azúcar glas hasta obtener una crema muy suave y blanqueada.
Añadimos el queso en crema y seguimos batiendo hasta integrar todos los ingredientes.
Reservamos la mezcla en la nevera hasta que se vaya a montar la tarta.
Montaje de la tarta: El montaje de esta tarta es muy sencillo. Cada bizcocho se va a dividir en dos rodajas y obtendremos una tarta de cuatro pisos.
Mis bizcochos tenían un poquito de barriguita, así que primero los he igualado quitándoles la parte abultadita procurando que ambos bizcochos sean igual de altos. Luego los he cortado ambos por la mitad. Un truco para cortarlos de forma fácil y rápida es utilizar una hebra larga de hilo, rodear el bizcocho por donde queremos cortarlo y luego tirar de los extremos.
Colocamos sobre un plato una de las rodajas de bizcocho (preferiblemente la rodaja menos agraciada). Después, con ayuda de una espátula, extendemos una generosa capa de crema de queso. Se coloca encima otra capa de bizcocho y se repite el proceso hasta terminar con el bizcocho y la crema de queso.
Para finalizar podemos decorar nuestra tarta con un puñado de fresas, cerezas o cualquier otra fruta de vuestra elección. Yo no he conseguido ni fresas ni cerezas que era el tipo de fruta que quería para la tarta, así que he triturado un poco del bizcocho sobrante y lo he espolvoreado por encima, y luego he colocado algunas florecitas para darle un toque de color.
Como podéis ver en algunas fotos hay mucho colorido de fondo y es que he aprovechado que en los cumpleaños nos reunimos en casa de mi abuela y ella tiene un patio bastante grande y lleno de plantas, árboles y macetas que han aportado mucho color a las fotografías. Es la primera receta que he podido fotografiar con luz exterior natural y estoy muy contenta con los resultados… sobre todo teniendo en cuenta que no soy fotógrafa, que no tengo mucha idea de fotografía y que no tengo una gran cámara.
Además… las dos tacitas que aparecen en la foto, junto con los platitos a juego, fueron las únicas piezas de vajilla del ajuar de mi abuela, así que son pequeños tesoritos expuestos en una foto .
Espero que os haya gustado la receta, las imágenes y que os animéis a prepararla. Nos vemos la próxima semana.
>>Podéis ver la publicación original aquí
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