Natillas con galleta. Como todos sabéis, hoy día podemos encontrar en cualquier supermercado postres de todo tipo ya preparados. Incluso preparaciones en polvo para solo tener que calentar leche y disolverlo en ella. Uno de estos postres de los que cada día salen mas y mas versiones son las natillas. Natillas de chocolate, de chocolate blanco, de dos colores... Y aunque tengo que reconocer que nosotros también las hemos utilizado en alguna ocasión (recordareis la Tarta mousse de natillas), incluso los sobres para prepararlas en pocos pasos, lo casero siempre es diferente. Es verdad que dichas natillas (las preparadas y los sobres para hacerlas) están muy buenas, y nos ahorran muchos pasos y tiempo, sin embargo, no se el motivo, pero las que podemos realizar en casa nosotros mismos, siempre saben diferentes.
Ese sabor a vainilla y canela... La textura de la galleta reblandecida con la crema... A Carmen y a mi nos encantan! Mi madre, cuando empece a preparar postres, me recomendaba que las hiciera con los sobres de preparado, ya que era mas sencillo y nos ahorraríamos tiempo, pero como yo soy mucho de descubrir, preferí hacerlas paso a paso, y de la forma mas tradicional que pudiera.
Y con estas, una mañana de sábado, nos pusimos Carmen y yo a prepararlas. Y nos llevamos una sorpresa enorme al descubrir que, aunque tardamos un poquito mas que con las preparadas, realmente fueron muy sencillas de hacer. Las dejamos en la nevera que se enfriaran para el postre y cuando llegó el momento de probarlas... que delicia! Tenían un sabor tan casero, tan de toda la vida... Es difícil describirlo con palabras, así que si queréis descubrirlo por vosotros mismos ya sabéis: coger los delantales y a cocinar!
Ingredientes (2 personas):
3 yemas de huevo
75 gr de azúcar
1 cucharada rasa de maicena
1 vaso y medio de leche
Un trozo pequeño de vainilla en ramaPreparación:
Primero, separamos las claras de las yemas de los huevos (No tiréis las claras, ya que podemos usarlas para cualquier otra preparación). Pondremos las yemas en un bol junto con le azúcar y la maicena y batimos todo bien. Reservamos.
En un cazo, pondremos la leche junto con la rama de vainilla, la cual, habremos partido longitudinalmente y con la punta de un cuchillo, habremos sacado las semillas, las cual también echaremos a la leche junto con la propia rama. Pondremos a fuego medio y cuando comience a humear (no dejéis que hierva, ya que se nos puede pegar la leche y dejar un sabor a quemado), lo retiramos del fuego.
Colamos la leche (para quitar bien las ramas de la vainilla) y la vamos mezclando poco a poco con las yemas. Veréis que se nos empieza a quedar una mezcla espumosa. Cuando este todo bien batido, volvemos a echar la mezcla en el cazo y ponemos a fuego bajo sin dejar de remover con una espátula de madera para que no se nos pegue al fondo.
Cuando veamos que la espuma ha desaparecido por completo, retiramos y vertemos sobre los cuencos.
Colocaremos una galleta encima y dejamos enfriar un poco. Cuando haya perdido algo de temperatura, meteremos a la nevera para que se enfríen por completo.
Podemos añadir por encima antes de servir un poco de canela en polvo.
Y ya está listo. Ahora solo nos queda disfrutar de este postre tan nuestro y tan tradicional, preparado de forma totalmente casera y que encantará todos, y como os decía al principio, seguro que a muchos os trae recuerdo de cuando erais pequeños.
Un saludo a tod@s y buen provecho!