Soy mamá de una niña de 2 años y, como toda mamá, me es imposible no tener expectativas sobre ella, su futuro y lo que me gustaría que viviera...y no viviera.
También me es difícil reconocer que esas expectativas y miedos están basados en mi propia vida, experiencias y juicios que, afortunadamente, los veo ya como maestros que me preparan para recorrer este nuevo camino.
Por supuesto, soy de las que cree que los papás educan y crían a sus hijos como mejor consideran, pero sobre todo, y gracias al seminario de crianza que estoy tomando, me doy cuenta de lo necesario que es blindar a nuestros hijos con algo que, a veces, los papás carecemos: autoestima espiritual.
Foto tomada de internet.
Nos preocupamos tanto por darles "lo mejor" en cuanto a educación, comida, cosas, juguetes, religión, etc., clavándonos tanto en la meta, que nos olvidamos del proceso. Nos perdemos de escucharlos y acompañarlos en esos decisivos instantes en que pueden aprender que caerse, levantarse y seguir es algo que harán muchas, muchas veces y eso no los hará ni mejor ni peor que nadie. La cosa es que muchos aprendemos esto de adultos y de maneras poco convenientes (en el mejor de los casos). Por eso ahora que se puede, me gusta saber que la maternidad puede ser una oportunidad de crecimiento para todos, especialmente, para esos cuerpecitos con alma que tenemos en nuestras manos.
Sí, uno los ve perfectos, bellos y ¡claro que lo son! (para nosotros, segurísimo). Lo cierto es que afuera, el mundo se puede encargar de hacerles ver su suerte si no los preparamos para ello, si no les ayudamos a identificar sus fortalezas y debilidades antes que alguien más; sino les enseñamos a confiar en sí mismos, a conocer y desarrollar sus talentos, sus límites, a identificar y canalizar sus emociones y todo eso que tienen para aportar al mundo...sólo que antes, hay que considerar un pequeño detalle: ¿cómo estamos los papás con esto que forma parte de nuestra estima?
Dicen que si queremos que nuestros hijos tengan autoestima, nosotros debemos tenerla primero, pues somos su principal influencia y casi los responsables de mucho de cómo se van a sentir o o lo que van pensar de ellos mismos por muchos años, antes de que la influencia sea externa. Son nuestro espejo y les imprimimos en su alma mucho de lo que pueden llegar a ser.Conexión, desconexión y reconexión
¿Sabías que hay una relación muy estrecha, casi directa, entre lo que un niño siente y su comportamiento? Si se siente bien o está bien, se portará bien...y viceversa.
Creemos ingenuamente que ellos tienen un "problema", cuando nos olvidamos de revisarnos nosotros, los padres.
Mi blog de mamá
En la paternidad, como en muchas otras áreas, también hay ciclos o momentos que podemos identificar. La maestra Yudi Grunwald los clasifica como conexión, desconexión y reconexión. Me encantan, porque son fácil de identificar y todos los hemos tenido y los seguiremos teniendo, el chiste es mantenernos en el primero lo más posible.
¿Cómo podemos ayudarlos a sentirse bien?
-Aceptando sus sentimientos, sin anularlos.
-No desesperamos.
-Escuchándolos, sobre todo en esos momentos en que más "ocupados" estamos y no "tenemos" tiempo.
-Sintiéndonos bien nosotros, como sus padres.
-Haciéndole saber y sentir a cada momento lo importante que es para nosotros y para el mundo.
-Amarlos, cuidarlos y amarlos más.
No, no hay autoestima suficiente para este mundo en el que siempre habrá situaciones, empleos, escuelas, familia, parejas, gobierno, novios, amigos y demás que se empeñan en ponerla a prueba. TODOS, todos, tenemos una chispa que nos hace únicos, diferentes y parte de este graaan universo.
Se lee fácil, pero sin duda es una tarea para... ¡toda la vida!
La receta de la semana
Si hay un área en donde también se nota cómo andamos en el nivel de estima, son nuestras elecciones alimentarias. Por eso me gusta hacer y comer panes o postres lo más naturalmente posible: alimentan mi cuerpo. Este panqué es uno de ellos. La receta original es de Vanessa Musi,
Panqué integral de plátano.
Panqué integral de plátano Semillitas postres que nutren
Ingredientes:
3/4 de taza de azúcar de coco
200 gramos de harina de espelta (o de trigo de todo uso)
70 gramos de fibra de avena (o puedes usar los 270 gramos de la harina de trigo o espelta)
1.5 gramos de bicarbonato de sodio (a nivel del mar usa lo doble)
3/4 de cucharadita de nuez moscada o canela en polvo
1 cucharadita de sal de mar molida
2 gramos de polvo para hornear (a nivel del mar usa lo doble)
10 gramos de extracto de vainilla
3 huevos
4 plátanos medianos machacados (casi dos tazas de puré)
14 cucharadas de aceite vegetal (o mantequilla)
Cómo hacer:
-Precalienta horno a 170°C y prepara un mole de 10x5 pulgadas o una rosca chica engrasados
-En un tazón mezcla azúcar y huevos, hasta integrar. Agrega el aceite, la vainilla y el puré de plátano. Mezcla bien
-Cierne el harina con los polvos y especias. Agrega a la mezcla anterior (de huevos, vainilla, azúcar, etc) y mezcla hasta incorporar todo.
-Vierte en el molde prearado y hornea por 50 minutos o un poco más, hasta que la superficie se torne un poco dorada y tu cocina huela delicioso. Recuerda que la prueba del palillo no falla y los moldes en forma de rosca hornean más rápido.
-Retira del horno y deja enfriar por 20 minutos antes de desmoldar. Sabe delicioso tibio, al tiempo y frío. Yo lo decoré con nutella casera y nibs de cacao, pero puedes usar tu creatividad y decorarlo a tu gusto.
Espero les guste.