El aroma que desprende el pan cuando se está haciendo es uno de lo mejores placeres de esta vida, es uno de esos momento hyggelig.
¿Por qué es hyggelig? Porque mientras que preparamos la masa no pensamos entra cosa, de esta manera, nuestra mente está descansando. Mientras esperamos a que el pan se haga, podemos disfrutar de ese tiempo tomando algo calentito o refrescante, leyendo un libro, viendo nuestra serie favorita o ver la lluvia caer a través de la ventana... en resumen, vivir un momento hyggelig.
A mí me encanta la cebolla, es muy agradecida, aporta aroma, sabor y jugosidad a las recetas. Pero hoy no tengo, por lo que he estado pensando qué puedo hacer para que mi pan tenga ese aroma y sabor que le da la cebolla. He pensado en utilizar un preparado de sopa de cebolla, que siempre tengo en casa porque me puede sacar de un apuro en un momento dado.
Los ingredientes que vamos a necesitar son:
320 ml de leche
21 g de levadura fresca
50 g de mantequilla
1,5 cucharaditas de sal
2 cucharadas de azúcar
600 g de harina de fuerza
25 g preparado para sopa de cebolla
La leche que he utilizado es sin lactosa, aunque también se puede sustituir por agua.
La levadura fresca se puede sustituir por un paquetito de levadura seca. Si utilizamos levadura seca la ponemos al final, después de la harina.
Preparación:
Prefiero introducir los ingredientes en el molde fuera de la panificadora para que no caiga nada en el interior del aparato que pueda estropear su funcionamiento, así que, sacamos el molde o recipiente de la panificadora y comprobamos que las varillas de amasado están bien colocadas.
A continuación, vamos a ir añadiendo los ingredientes por orden en el molde, empezamos siempre por los líquidos y continuamos por los sólidos. Vertemos el agua, la levadura desmenuzada, la mantequilla en trozos, la sal, el azúcar, la harina y el preparado de cebolla.
Colocamos el molde en la panificadora, la cerramos, la enchufamos y la programamos. En este caso, indicamos el programa 2 (Esponjoso), 1250 g de peso, nivel de tueste muy tostado y damos inicio.
Antes de hornear, la panificadora nos avisa por si queremos quitar la varillas de amasado para que no se queden en el interior de la pieza de pan. Yo las suelo quitar pero alguna vez las he dejado, en esos casos tenemos que tener cuidado de no dañarlas al cortar el pan.
Presentación:
Yo lo suelo llevar a la mesa sobre una tabla de madera y un cuchillo especial para cortar pan.
Ya sabéis que a mí me gusta presentarlo sobre una tabla de madera para poderlo cortar bien y envolverlo con un trapo.
A la hora de guardarlo, mi amigo Fran me dio el otro día un consejo. Una vez que el pan esté frío, meterlo en una bolsa de autocierre y guardarlo en el frigorífico o nevera. Se mantiene tierno durante más tiempo.
¿Qué os ha parecido? En mi casa desaparece rápido por su aroma y sabor.
Nos gusta mucho tostado y con mantequilla.
También lo puedes hacer sin panificadora siguiendo esta receta.
¡Feliz Día Mundial del Pan! Y bon appétit!