Los que me leéis habitualmente sabéis que me encantan este tipo de pasteles. Todos los veranos (y no tan veranos) son un fijo en nuestras salidas domingueras y pocas veces repetimos el mismo, aunque este os confieso que de tanto que nos gusta ya lo hice unas cuantas veces.
Este pastel salado es una buena manera de disfrutar del calabacín sin que se aprecie y con un toque de parmesano y romero que le dan mucha alegría. Resulta muy jugoso, templado está delicioso y frío igual de rico, incluso al día siguiente sigue estando buenísimo.
INGREDIENTES:
130 gr. de harina
2 huevos
1 cucharadita de levadura
60 gr. de aceite
180 gr. de creme fraiche
60 gr. de parmesano rallado
1 calabacín pequeño
1 ramita de romero
sal
pimienta
PREPARACIÓN:
Lavamos el calabacín (lo pelamos si queremos) y lo cortamos en trocitos menudos. En un chorrito de aceite lo pochamos un poco. Reservamos.
Precalentamos el horno a 180º y engrasamos un molde rectangular de 25 cm.
Batimos los huevos con el aceite. Incorporamos la harina tamizada con la levadura y la creme fraiche. Integramos el calabacín con el parmesano y unas agujitas de romero. Salpimentamos y vertemos la masa en el molde. Horneamos unos 35-40 minutos y dejamos templar antes de desmoldarlo.