Esta es una receta sencilla pero de resultado muy sorprendente y delicado.
La verdad es que a nosotros nos encantan los pasteles de verduras. En ellos se aprecia con claridad la magia de la cocina que convierte simples vegetales en un bocado estético y exquisito.
Ingredientes:
400 gr. de calabaza.
200 gr. de bechamel espesa.
50 gr. de queso parmesano rallado.
2 cucharas de piñones.
1 cucharada de semillas de calabaza (peladas).
Mantequilla.
4 huevos.
Orégano y nuez moscada.
Sal y pimienta.
Pelamos la calabaza, la cortamos en rodajas gruesas y la asamos en el horno a 170 º C, aliñada con mantequilla, sal y pimienta. Depende del grosor de las rodajas el tiempo que tarde pero, tarda muy poquito en ablandarse. No hay que dejarla dorada, debe quedar blanda para poder chafarla con un tenedor.
Mientras se asa la calabaza, ponemos a tostar los piñones en una sartén sin nada de grasa y cuando estén dorados los reservamos. Hacemos lo mismo con las semillas de calabaza.
Rallamos el queso parmesano y reservamos.
Ponemos en un bol grande la calabaza asada, la bechamel gruesa, el queso parmesano rallado, los piñones (guardando alguno para la decoración final de nuestro pastel) y un poco de orégano. Chafamos la calabaza con un tenedor mientras la integramos con todos los demás ingredientes.
Cuando tengamos todos los ingredientes bien mezclados añadimos al bol los huevos batidos y nuez moscada, sal y pimienta al gusto. Removemos para que se integren todos los ingredientes y vertemos la mezcla en el molde que vayamos a utilizar. Vosotros conocéis los moldes que tenéis y sabéis si hay que untarlos con algo de mantequilla o ponerles una base de papel encerado para que el pastel se despegue sin dificultad. Los nuevos moldes de silicona no necesitan ya nada de eso.
Lo introducimos, al baño maría, en el horno precalentado a 180º C y dejamos que cuaje. Cada horno es distinto, pero unos 30 o 40 minutos serán suficientes. La prueba del palillo os ayudará a saber si está terminado o no.
Si veis que la parte de arriba empieza a dorarse, debéis taparla con papel de aluminio.
Desmoldar cuando esté tibio, cortar en rodajas gruesas, repartir sobre el los piñones reservados para la decoración y a la mesa. Puede comerse solo, pues queda muy jugoso, pero también puede acompañarse con una salsa de tomate casera o una bechamel muy clarita.