Parece ser que su nombre proviene del rumano. Allí el verbo pastra significa conservar. En Estados Unidos fue introducido por los judíos que llegaron desde Rumanía a mitad del siglo XIX. En un principio se hacía con carne de gallina pero, poco a poco, se adaptó la receta debido a que la carne de ternera era más económica.
Ingredientes:
Aleta de ternera sin grasa de 2 kg de peso aproximadamente,
3 litros de agua,
1/2 taza de sal,
1/2 cebolla,
5 dientes de ajo,
3 cucharadas de pimienta negra en grano,
3 cucharadas de semillas de cilantro,
1 cucharada de semillas de mostaza,
1 cucharada de azúcar morena,
1/2 cucharada de jengibre molido,
1/2 cucharada de pimentón,
1/2 cucharada de clavos de olor.
Limpiamos de grasa nuestra pieza de carne, que puede ser falda o pecho de ternera y reservamos.
Hacemos una salmuera, con los 3 litros de agua y la 1/2 taza de sal, en un recipiente donde quepa sobradamente la pieza de carne elegida. La sumergimos dentro y añadimos la cebolla, separando los cascos, y los ajos cortados por la mitad. La carne debe quedar totalmente cubierta.
Introducimos en el recipiente con la carne en salmuera en la nevera, y le iremos dando la vuelta una o dos veces al día, durante cinco o seis días. Parece mucho tiempo pero es el necesario para que la carne se desangre por completo y se cure un poco.
Pasados los 6 días sacamos la carne y la secamos muy bien con un paño limpio.
Ponemos en un vaso mezclador todas las especias y las trituramos.
Ponemos unas gotas de aceite en nuestras manos y lo repartimos por toda la pieza de carne para que, cuando le pongamos las especias que tenemos trituradas, se queden adheridas a la carne por todos los lados.
Colocamos la carne en una bandeja adecuada y la introducimos en el horno, precalentado a unos 120 ºC, durante 1 hora. Pasado este tiempo, empaquetamos la carne en papel de aluminio y volvemos a introducirla en el horno durante 3 horas más.
Después, sacamos la carne del horno, pinchamos el papel de aluminio y dejamos enfriar a temperatura ambiente.
Cuando la carne esté fría, y sin quitarle aún el papel de aluminio, la pasamos a la nevera al menos 12 horas.
Al día siguiente, le quitamos el papel de aluminio y, con un cuchillo bien afilado y en frío, lo cortamos en láminas muy finas para consumirlo como fiambre, en sándwiches o como más nos guste. Cunde muchísimo y ¡te impresionará lo rico que queda!
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