Ingredientes:
1 masa de hojaldre precocinado (hemos utilizado de forma redonda)
200 g de boniato asado
2 huevos
200 ml de nata (crema de leche) para cocinar
4 lonchas de jamón serrano
3 cucharadas de queso rallado (al gusto)
Sal
Pimienta negra
Nuez moscada
1 huevo para pintar la masa de hojaldre
25g de boniato asado para decorar
Queso rallado para gratinar
Preparación:
Iniciaremos la receta, precalentando el horno a 180º.
Después, empezaremos a trocear las lonchas de jamón y las reservaremos.
Pelaremos el boniato, que previamente habremos asado. Cogeremos 200g de bonito y lo chafaremos, incorporaremos una pizca de sal, pimienta, nuez moscada, los huevos batidos, las 3 cucharadas de queso rallado y el jamón, que previamente habíamos picado en trocitos pequeños.
Batiremos todos los ingredientes, con la ayuda de un tenedor, para que se integren bien todos los ingredientes.
En una tartera extenderemos la masa de hojaldre y con un tenedor pincharemos toda la base y recortaremos los laterales sobrantes, dejando aproximadamente 2 dedos de masa.
Añadiremos la mezcla de boniato a la base y enrollaremos el sobrante de masa de los laterales, girándolos hacía dentro del pastel.
Adornaremos la superficie de la tarta, con trocitos de boniato y espolvorearemos con un poco de queso rallado.
Batiremos el huevo y pincelaremos los rebordes de hojaldre, que envuelven la tarta.
Introduciremos el pastel en el horno y lo dejaremos cocer durante aproximadamente 20 minutos.
Os recordamos que el tiempo de horneado, siempre dependerá de vuestro horno.
Cuando hayan pasado estos 20 minutos, para saber si está cocida, haremos la prueba del palillo. De manera, que pincharemos con el extremos del palillo, el interior del pastel, si sale seco ya tendremos preparado nuestro pastel salado.
Lo retiraremos del horno y lo dejaremos enfriar.
Propiedades del boniato
Cuando empiezan las frías y oscuras tardes de otoño, llegan acompañadas por este preciado alimento, que desde su introducción en Europa, en el S.XVI, nos anuncia la llegada de esta estación del año.
Tanto los niños como los adultos podemos beneficiarnos de este alimento, pues posee vitamina D, imprescindible para la salud de los huesos y vitamina E. Previene los cambios de humor repentinos.
Contiene el doble de contenido en fibra que la patata e iguala a las verduras y las judías.
Es muy importante, que incluyas este vegetal, en las primeras papillas del bebé, pues es dulce, contiene gran proporción de agua y carece de filamentos, que facilitan enormemente la deglución de sus primeros bocados.
También puedes incluir los boniatos crudos en los estofados o freírlos a rodajas. El problema de esta última preparación es que absorbe una gran cantidad de aceite, por lo tanto, se dispara el aporte calórico.
Asados con azúcar o fritos y untados con miel es una delicia al paladar.
El boniato es el único alimento de bajo contenido graso con una elevada cantidad de Vitamina E, comparable a la de los frutos secos y las semillas, y superando a las aceitunas y al aguacate.
Protege frente al cáncer, las cataratas y las enfermedades cardiovasculares y ayuda a personas con baja fertilidad, anemia o defensas debilitadas.
Su contenido en betacarotenos (equivalente a la vitamina A), es inferior al de la zanahoria, pero una ración de alrededor 220g de boniato, nos proporciona la cantidad diaria necesaria de este nutriente, frenando el envejecimiento prematuro de la piel, combatiendo la sequedad cutánea y ayudando a prevenir las cataratas.
Por su aporte en potasio, hierro y ácido fólico, los boniatos protegen a las embarazadas de sufrir ácidez, hipertensión o anemia.
Existe una variedad blanca, que es menos dulce; pero mucho más ligera.
El boniato completa las proteínas de las legumbres, haciendo que esta combinación, alimente tanto como un bistec; por lo que, si lo incluyes en los guisos de lentejas, alubias, etc..no tendrás que incluir carne.
Además, nos proporciona energía de largo alcance y una sana protección frente a diversas enfermedades.
Buñuelos de patata con atún
Níscalos en salsa
Empanada de Atún
Buñuelos con morcilla de cebolla
Quiche lorraine de bacón y queso