Desde hace un tiempo, cada vez me gusta mas publicar recetas que van unidas de una u otra manera a mi tradición familiar, recetas desde siempre me han acompañado y con las que he crecido. Una de éstas recetas son éstos pestiños, de tradición andaluza, con los que desde siempre mi familia paterna celebraba la Cuaresma.
Al igual que las flores de carnaval o las rosquillas abizcochadas los pestiños son una masa frita, aromatizada con distintas especias, que una vez hecha tienen distintos acabados, siendo los mas comúnes el azucarádo o el enmelado, eso ya va en gustos.
Hace unas semanas hablando con mi querida amiga Raquel la Churretosa, le comenté que tenía ganas de publicar ésta receta y ella me comentó que también este dulce típico andaluz, estaba entre sus pendientes, si queréis ver como son sus maravillosos pestiños, echar un vistazo AQUÍ.
Ingredientes:
1 Kg. Harina
175 g. Aceite de oliva
1 La piel de un limón
330 g. Vino blanco
80 g. Aguardiente
20 g. Levadura royal
1 Cuchara de matalauva
1 Pizca de sal
Azúcar para rebozar
Aceite de oliva y girasol para freir
Elaboración:
Ponemos el aceite a calentar con la piel de limón para aromatizarlo y freímos a fuego lento hasta dorar, añadiendo la matalauva en el último minuto. Dejamos enfriar y reservamos.
Ponemos la harina en un bol, hacemos un hueco en el centro y añadimos el aceite con la matalauva y el resto de los ingredientes. Amasamos hasta conseguir una masa homogénea, elástica, y que no se pegue a las manos. Tapamos con papel film y dejamos reposar mímino una hora en la nevera para poder manipularla mejor.
Sacamos de la nevera y cortamos la masa en 4 partes para poder estirarla muy fina con el rodillo. Cuanto mas fina quede mas ricos y crujientes saldrán nuestros pestiños y al freírlos crecen. Cortamos en rectángulos, yo he preferido hacerlos pequeños como de 5 x 4 cm, pero eso ya va en gustos, apretamos muy bien los extremos, ya que al freirlos tienden a despegarse.
Ponemos abundante aceite en una sartén, cuando empiece a humear añadimos los pestiños y los freímos hasta dorar. Sacamos y los ponemos en un colador para que suelten el exceso de aceite. Una vez frios, rebozamos con azúcar.