Seguramente que este dulce es uno de los más conocidos y elaborados de toda la repostería de nuestro país, tanto en Navidad como en Cuaresma, al menos, yo llevo desde pequeño disfrutando de ellos y ya por entonces, echaba una mano a mis tías y a mi abuela para prepararlos, aunque los suyos eran tan grandes, que con uno solo, te podías dar por merendado.
El origen de estos dulces, con toda probabilidad, se remonta en el tiempo a la etapa de ocupación árabe en la zona sur de la península ibérica, ya que el parentesco de los pestiños con dulces propios de esa gastronomía como puede ser la shebbakiyya (chebakia) parece constatarse, no solo en elaboración e ingredientes, sino en la finalidad para la que fueron creados. Y es que este dulce posee un alto poder calórico, que lo hace ideal para romper el ayuno en periodos de abstinencia como es el caso de la Cuaresma o el Ramadán.
Como sucede con la mayoría de dulces tradicionales, hay diversas maneras de elaborar los pestiños. En algunas zonas, en vez de bañarlos en miel, se rebozan con una mezcla de azúcar y canela, otros prefieren usar ralladura de limón además de la naranja, también se pueden usar vinos dulces en la elaboración de la masa, e incluso se pueden rellenar de cabello de ángel.
Esta receta de pestiños que os dejo a continuación y que elaboramos en casa desde hace bastante tiempo, os aseguro que triunfarán no solo por su sabor sino por su textura, que se mantiene crujiente en todo momento, incluso con el paso de los días y con los que podreís saborear tanto la opción del baño de miel, como con el rebozado de azúcar y canela.
500 gr de harina
1 vaso de anís dulce (360 gr)
100 gr de manteca de cerdo derretida
1 punta de sal
1 cucharada sopera de azúcar avainillado
Ajonjolí o sésamo
1 vaso pequeño de agua (330 gr)Ralladura de una naranja y de un limón
1 canela en rama
1 cucharadita de canela molida
Miel
Semillas de lino, sésamo y anís
Aceite de oliva, girasol o semillas
Coloca todos los ingredientes, a excepción de la harina, en un bol grande y mezcla bien.
Añade la harina poco a poco, aireándola, hasta obtener una masa que no se nos pegue a las manos. Envolvemos en film plástico y dejamos reposar en frío un mínimo de 2 horas, aunque es preferible dejarla toda la noche para que asiente mejor.
Sacamos la masa del frigorífico, retiramos el plástico y la separamos en dos partes, volviendo a llevar al frío una de ellas mientras que con la otra vamos elaborando parte de nuestros pestiños.
Ponemos a calentar a fuego suave, una sartén con el aceite al que incorporamos, la canela en rama, la corteza de limón y la de naranja, para que se vaya aromatizando, al menos durante 10-12 minutos. Cuando vayamos a freír los pestiños retiraremos estos ingredientes.
Estírar la masa con un rodillo hasta conseguir una lámina bien fina de unos 3 o 4 mm y espolvorea con las semillas, hundiéndolas un poco en la masa.
Corta dicha lámina en cuadrados del tamaño deseado (como podeís ver en las fotos, yo los corto de 4x4 cm) y darles forma de pestiños, une dos de las puntas, humedeciéndolas previamente con un poco de agua.
Fríe los pestiños en el aceite aromatizado, sin que éste llegue nunca a humear, hasta que adquieran un bonito color dorado. Retira a una fuente con papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
Una vez fritos, escúrrelos bien y espolvorea algunos con una mezcla de azúcar con canela y otros con un baño de miel templada y diluída.
Sacamos la otra mitad de la masa y repetimos el proceso, vaís a tener pestiños para dar y regalar.
Se conservan mejor en recipientes metálicos y disponiendo entre ellos, papel de horno o similar.