INGREDIENTES (2 personas)
2 filetes frescos de pez espada
1 bote de judías verdes
Tomatitios cherry
Zanahoria rallada
1/2 cebolleta
1-2 cdas de miel
Sal, pimienta y aceite de oliva
Para la salsa de perejil
2 dientes de ajo
120 grs de aceite de oliva Virgen Extra
1 puñado grande de perejil fresco
1 limón
Tiempo: 10 minutos
Película: 20.000 leguas de viaje submarino (Tras receta)
La salsa de perejil
En un mortero machacamos los ajos con un poquito de sal. Añadimos el perejil y seguimos pulverizando hasta que todo quede bien fino. (NOTA: lo puedes hacer con batidora, pero el mortero tiene ese puntito artesanal que me encanta y desesperas que da gusto)
Añadimos el aceite y el zumo del limón, y removemos bien para integrar todos los ingredientes. Una cosa lista. Reservamos, no muy lejos... que enseguida sale a escena.
Pez espada
Limpiamos y secamos bien los filetes y los salpimentamos por ambas caras.
Ponemos una parrilla o sartén con un poco de aceite a calentar. NOTA: Yo suelo poner la parrilla muy caliente para marcar bien estas tiras doradas en la piel del pescado y luego lo bajo a la mitad para cocinarlo bien por dentro.
Tendremos el pescado unos 3 minutos por cada cara.
Emplatado y guarnición
Sacamos el pescado a un plato y trazamos unas líneas con nuestra salsa de perejil por encima, a modo de zarpazos y acompañamos con una rodajita de limón.
Para tan especial ocasión empleé de guarnición una ensalada de judías finas con tomatitos cherry, zanahoria rallada y cebolleta. Todo bañado con una vinagreta de aceite Virgen Extra, 1 cda de miel de flores, un chorrito de limón y sal. Perfecta para secundar a este titán marino. ¡Que aproveche, hitchcookianos!
Película ideal para degustar este plato
20.000 LEAGUES UNDER THE SEA
("20.000 leguas de viaje submarino" de Richard Fleischer - 1954)
Tal vez sea ésta la mejor adaptación cinematográfica de las fantasiosas novelas de Julio Verne, ya que supo extrapolar de la tinta literaria el mejor espíritu aventurero y colorista del genial escritor. "20.000 leguas de viaje submarino" supone una odisea marítima que nos viene como anillo al dedo para comparar nuestro plato de pescado. Un monstruo de la cocina que ve en esta película su perfecto espejo.
Hay que destacar que lo que hace grande esta obra del celuloide corre en gran parte a su director Richard Fleischer (por el blog ya le he usado con "Los vikingos" y una hamburguesa de salmón) Fleischer fue un magnífico cineasta, amante de los viajes y de la recreación de mundos (la ya citada "Los vikingos", "Un viaje alucinante" o "Cuando el destino nos alcance", dan buena muestra de esa faceta) que supo dotar a esta aventura submarina de acción, misterio y unos avanzados efectos especiales para sumergirnos (nunca mejor dicho) en una travesía de ensueño.
Por supuesto debemos añadir que el elenco protagonista, con un James Mason perfecto en el papel de Capitán Nemo, era de altura y sus galones interpretativos catapultaron la película. A saber, un pizpireto Kirk Douglas y los consagradísimos Paul Lukas o Peter Lorre, secundan una obra que nos hizo soñar y fantasear con odiseas más allá de la imaginación. Que nos metieron de lleno en las tripas del Nautilus y nos sellaron un ticket para descubrir lo más profundo de las profundidades y todo lo que en ellas habita. Todo con el toque Disney, pero que en esta ocasión, no hace sino hacernos un poco más niños, si se quiere, para no viciar nuestra mirada, ya adulterada de por sí.
Nuestra receta emerge del mar para convertirse de pleno en ese "gran monstruo marino" del Pacifico Sur. Una bestia que debe ser destruída (o devorada) y que serpentea bajo el agua para terror de los barcos. Ese ser casi mitológico no es otro que el Nautilus, una embarcación capaz de sumergirse, cosa impensable en aquellos tiempos.
Pues bien, nuestra tajada de pez espada o Emperador (un nombre muy de Capitán Nemo), se asemeja a ese buque fantástico e irreal que trae de cabeza a todos los marinos. Su silueta imponente se recorta en la claridad del plato como lo hacía el submarino bajo las oscuras aguas del Pacífico. Su presencia gobierna la vista en su totalidad. Y hasta da la impresión de ocultarse entre los zarpazos verdes de la salsa, como el Nautilus lo hacía entre las sombras del océano.
Nemo es un hombre atormentado, misterioso, cruel... que se refugia en ese monstruo tecnológico para escapar de un mundo exterior insoportable y que imagina un ideal de vida lejos de tierra firme. Nuestro pez espada se fortalece con el cocinado fuerte, se "sella" en la plancha para aislarse de la crudeza externa, cerrándose en banda en su "sensata locura". Ni el toque ácido del limón (o Douglas) podrá corromper su cruzada vital.
"20.000 leguas de viaje submarino" es una obra de aventuras que, a muchos de nosotros, nos supuso un referente cinematográfico y una de esas piezas inolvidables por el gran rato que nos hizo pasar. El paso del tiempo (como en cualquier receta que cocinemos, sobre todo porque se enfría) puede mermar su poder inicial, pero jamás el interés generado. Verne fue un genio, Fleisher también. Nosotros sólo somos un pequeño pez en el mar de la genialidad...