Otra receta de las clásicas y que me vuelve loca.
No la hago tan a menudo porque la verdad es que entretiene, pero reconozco que una vez puestos a comer siempre pienso que debería haber hecho más, y que sería capaz de terminar con todos los de la bandeja. Ya sé que todo el mundo la conoce, pero me apetecía tenerla en mi blog.
Con esto de poder publicar solamente una vez en semana, al final voy dejando atrás las recetas más sencillas, y en el fondo son las que más nos gustan a todos ¿o no es así?
Hoy además sabía que no iba a sobrar ninguno, y trabajo me ha costado hacer las fotos, porque llevaban días pidiéndolos, así que cuando han visto la comida, se ha dibujado en mi cocina más de una sonrisa.
Vamos con la receta, que es fácil pero entretenida.
NECESITAREMOS:
Es de estas recetas que haces con los ojos cerrados y que no anotas cantidades, pero para traerla al blog, todo ha sido pesado, que el ojímetro no funciona cuando no has hecho nunca un plato nuevo.
Con estas cantidades, he podido rellenar diez pimientos, que eran los que iba a necesitar.
CÓMO LOS HAREMOS:
Vamos a ir paso a paso:
Picamos el pan en un cuenco.
Le añadimos la leche templada, dejamos un rato para que se empape y ablande.
Amasamos y deshacemos el pan, añadimos la sal, nuez moscada y pimienta.
Amasamos de nuevo y dejamos un rato para que se integren los sabores.
Tendremos preparada nuestra carne molida. Procuraremos siempre que nos la muelan de la pieza elegida y que sea en un trozo, para evitar que alguno sea más duro que otro.
La panceta la troceamos con el cuchillo, tamaño pequeño y mezclamos con la carne.
Añadimos la carne al amasado anterior.
Le sumamos por último el huevo, y mezclamos bien el conjunto. Mejor hacerlo con la mano, así nos damos cuenta de la textura por si le tenemos que añadir más líquido.
Tiene que quedar un relleno blando, si no fuese así, añadimos una poca más de leche. Si hacemos un relleno apretado, nos quedaría muy apelmazado, mientras se van haciendo los pimientos. Y al comerlos no estarían jugosos.
A los pimientos, les cortamos la parte de arriba, las nervaduras y las pepitas.
Es importante guardar cada tapa con su pimiento correspondiente, pues nos hará falta a la hora de freírlos.
Rellenamos los pimientos con ayuda de una cuchara pequeña, y le ponemos la tapa del pimiento con el rabito hacia dentro, al freírlos la carne se dilata y hará presión en el rabito, de esta forma no se nos destaparán ni saldrá el relleno.
Una vez rellenos todos los pimientos, ponemos una olla ancha con el fondo de aceite, y medio vaso pequeño de agua. Dejamos los pimientos a fuego medio, tapados y vamos dando vueltas cada poco tiempo según se van haciendo. Cuando veo que ha cambiado de color, es cuando decido moverlos.
Una vez hechos, los servimos. Yo los pongo enteros y cada uno le va quitando la tapa correspondiente al comerlo.
Mientras preparamos los pimientos siempre hago un tomate frito que me gusta añadirlo en el plato como acompañamiento. Me resulta un contraste de sabores, de los que te hacen tocar la alegría.
Y eso es todo, unos ricos pimientos rellenos, listos para dejar sólo el rabito.
Espero que os animéis, merece la pena.