Para hacer estas fáciles y tiernas galletas es necesario tener un cortador con forma de oveja. Haremos icing en color blanco roto -si quieres saber más sobre blancos pincha aquí– para rellenar el cuerpo de la oveja y lo dejaremos secar por completo.
Para la siguiente parte necesitaremos alguna plantilla o stencil que nos guste, y spray en tono perla. Después de agitar bien el bote, rociamos las galletas desde una distancia de unos 15-20 cm; si nos acercamos demasiado nos saldrán charcos de pintura. Para estas galletas yo usé el de la marca polaca Food Colours, que por alguna razón ensucia todo muchísimo más que el Wilton por más que protejamos nuestra zona de trabajo.
A los 15 minutos la capa de brillo ya estará suficientemente seca como para seguir trabajando. Con icing trazaremos la cara y las patas de la oveja y dejaremos secar. Yo usé icing blanco de un tono más claro que para el cuerpo, pero pueden quedar ideales con la carita negra. Y enseguida podremos acabar los detalles; ojo negro, nariz en rosa y la oreja para terminar. Lista la ovejita para salir a pastar.
Aunque en general no soy demasiado aficionada a poner muchas cosas sobre las galletas, creo que unos lacitos pegados con un poco de glasa quedan muy coquetos con nuestras ovejitas. Sobre todo ahora que llega la primavera y que parece que se empiezan a alegrar los días.
Nunca hay que dejar de recordar a los destinatarios de las galletas si las cosas que pegamos por encima son comestibles o no. Porque si los botones y las flores se comen, ¿por qué no estos bonitos lazos?
Por último, pero no menos importante, el set up para la foto.
Una sencillísima caja de madera de Tiger -¡esa tienda es una perdición!- hizo las funciones de granja, y allí tuve saltando a mis ovejas de un lado al otro durante un rato.
Hasta que de tanto contar ovejas me entró un sueño espantoso y me tuve que ir a dormir.
Felices sueños, amigos. Y feliz primavera.