Os confieso que siempre lo hago a ojo. Esta última vez que lo hice pesé las patatas y zanahorias para tener una idea, pero nunca lo hago. La leche se me olvidó mirar cuánta eché.
No tiene nada del otro mundo, pero me apetecía tenerlo entre mis recetas. Está mucho más rico que solo con patatas y es un acompañamiento perfecto para muchas preparaciones.
INGREDIENTES:
600 gr. de patatas en trozos
400 gr. de zanahorias troceadas
una cucharada de mantequilla
sal
pimienta
leche
orégano
PREPARACIÓN:
Cocer las patatas y las zanahorias hasta que estén blandas. Dejar que enfríen un poco y pisarlas con un tenedor, ¡con paciencia!.
Poner a fuego medio con una cucharada de mantequilla. Ir mezclándola con las patatas y zanahorias a medida que se va deshaciendo. Añadir la leche poco a poco hasta tener la textura deseada (a mi no me gusta muy suelto, que esté cremoso, pero no líquido, para coger con tenedor sin problemas). Salpimentar y ponerle un toque de orégano al gusto. (A veces le pongo también un poco de queso rallado, según el uso que le vaya a dar)
Servir caliente.
Si sobra lo recaliento a fuego medio removiendo hasta que burbujee y listo... buenísimo!